domingo, 28 de abril de 2013

Del por qué un blog


No puedo creer que por fin me haya animado a empezar esta tarea de hacerme "administradora" de un blog. Hace ya varios años que estaba con el cuentico pero por priorizar otras cosas siempre lo dejaba de lado. Ya varias personas cercanas me habían sugerido escribir algunas de las cosas que decía, pero me limité siempre a dejar algún archivo de word incompleto o a anotar frases sueltas en libretas que ya ni uso. Bueno, supongo que una forma de dejar algo es a través de estos sistemas encargados de guardar cuánta cosa se les da de comer. Esta vez seré yo, o al menos lo intentaré, quien aporte un poco de comidilla al llamado mundo de la "información".
No sé si en este contexto algo de lo que diga sea en verdad de algún aporte, pero es agradable imaginar que a alguien le atraiga leer mis divagaciones y, mejor aún, que haya a quien se le despierten pensamientos e ideas a partir de lo que lee. Aclaro que no hay pretensiones de convencer a alguien de nada y mucho menos de intentar buscar algo como la "erudición", tan sólo el ánimo de plasmar de alguna forma y de comunicar a quién puedan interesar las palabras que revolotean por mi cabeza; una visión más de esta época. Y ojo: no hay que tomarme muy en serio.
No garantizo la continuidad de esta aventura, conozco amigos y conocidos que en un punto abandonan sus blogs por aburrimiento, por falta de tiempo o de palabras, o por la razón que tengan. Yo seguramente no seré la excepción, pero no me quiero quedar sólo con la intención. Así que aquí estoy y vamos a ver cómo voy llenando de "perras negras" (Cortázar) estos espacios; sin esfuerzos y sin pretensiones, como ya bien lo dije.
En principio, subiré textos viejos con alguna mínima edición actual. Espero poder llegar a estar al día en algún momento para que los escritos correspondan con la fecha con la que aparecen.
¡¡Y aquí vamos!!

p.d. Lo sé, hay desorden de fechas, falta edición... digamos que no quiero que cada escrito, independiente del momento histórico en que fue creado, pierda su frescura, impulso ni autenticidad. ¡La letra tal cual!