domingo, 14 de julio de 2013

De sueños químicos y alucinaciones


... Julio de 2013

Hay tantas cosas que consideramos exclusivamente humanas y que se reducen a procesos químicos de nuestro cuerpo; emociones como el amor, la tristeza, la fe, entre otras tantas, se explican por la reacción de algún químico, ya sea por su presencia en alguna proporción o su ausencia, que sucede en nuestro cerebro. 

Hay un químico en particular que me llama mucho la atención y es aquél responsable de la producción de los sueños mientras dormimos así como también de las alucinaciones en estado de vigilia. Me refiero a la mágica Dimetiltriptamina (DMT), más famosa por ser llamada la “molécula del espíritu”. Ésta es producida por la glándula pineal que se encuentra a la altura del área conocida por otras culturas como el tercer ojo, de ahí que se les atribuye una relación y las propiedades de despertar o acercar a las personas a estados psíquicos de tipo espiritual o más elevado. 

Al igual que en el mundo los seres vivos compartimos prácticamente la misma composición química básica, la DMT, además de producirse en el cuerpo humano se encuentra también en muchas plantas y animales. En la naturaleza viene siendo nada más y nada menos que el “alucinógeno más potente que existe”[1].

La existencia de este químico mágico es lo que explica que a veces tengamos sueños tan extraños con cosas, personas y lugares que desconocemos y con situaciones que en nuestro mundo material no serían posibles: volamos y damos saltos altísimos, morimos y revivimos, nos teletransportamos, vemos y tenemos contacto con famosos y seres queridos que ya no están y, lo peor, en situaciones de riesgo y tensión, gritamos y en ocasiones no sale sonido alguno. Por muy absurdos que parezcan, muchos sucesos de nuestros sueños los percibimos tan reales que tenemos respuestas fisiológicas como aceleración de los latidos del corazón y de nuestra actividad cerebral, agitación en la respiración, temblores y a veces hasta llegamos a pronunciar palabras. De repente despertamos y sentimos alivio o desilusión y nos damos cuenta de que lo que vivimos no pertenece a lo que calificamos como la realidad
La Siesta de Joan Miró
La DMT es como una máquina de sueños que llevamos todos, ¡gracias a la vida!. Su presencia en el cuerpo en dosis más altas de lo usual, de forma natural o inducida, permite que alucinemos (de nuevo, ¡gracias a la vida!). Ahora, desde una visión funcionalista del asunto, ¿cuál es el objetivo de su presencia en la naturaleza? No hay respuestas fundamentadas en la ciencia. Lo que sí está claro es que, primero, su existencia ha sido fuente de inspiración para la creación artística o para resolver incógnitas. Algunos personajes tuvieron la suerte de encontrar respuestas en sus sueños a cuestionamientos que tenían en su “vida real”. Por ejemplo, en 1905, Albert Einstein recibió “señales” o inspiración en varios sueños para formular posteriormente su teoría de la relatividad, en particular lo relacionado con sus estudios y teoría de la velocidad de la luz. Un caso más fue el del fundador de la genética, Johann Mendel, quien obtuvo respuestas de un campo de tréboles en flor en sus sueños para llegar a detalles que le faltaban en la construcción de Las Leyes de la Herencia Genética

Me atrevería a afirmar que en estos casos ejemplares, quizá la DMT facilitó conexiones neuronales que de otra manera tomarían más tiempo en la búsqueda de los científicos por encontrar una lógica o un mejor orden a sus ideas. Pero esto es apenas una hipótesis y no soy neurobióloga ni el tipo de científica necesario para resolver el dilema. 

Segundo, otra posible función de los sueños tiene que ver con los símbolos que ofrecen y a los cuales se les atribuye un significado, es decir, con su aporte a la interpretación. La tarea de interpretar sueños es milenaria, hay registros escritos de más de 3800 años de antigüedad y es una labor puesta en práctica en diversas culturas y bajo diferentes enfoques como lo fue, por ejemplo, el caso de Freud en el siglo XX. 

La oniromancia[2] existe desde la antigüedad, su etimología proviene de los griegos (oniro significa “ensueño” y mancia significa el “arte que pretende adivinar el porvenir por medio de los sueños”). Por ejemplo, ellos contaban con la ayuda del oráculo de Delfos como fuente de aportación de significado a sus sueños y le daban mucha importancia al tipo de señales que éstos les presentaban. Pero lo anterior no llega a explicar si hay alguna clase de sistema independiente que estimula o motiva la activación de la DMT a través de la producción de imágenes o sensaciones en los sueños. Y, aunque suene ridículo, si bien sabemos que algunos animales sueñan, no podemos llegar a saber si las plantas que llevan este químico también lo hacen.

El interés de darle significado a los sueños y a sus símbolos se relaciona con la estructura cultural en la que las personas se desenvuelven. Soñar con un pez alado para los aztecas no ofrece el mismo significado para un psicoanalista. Para los primeros puede representar una señal de prosperidad que se aproxima y para el segundo puede identificarse, por ejemplo, con algún tipo de temor a emprender un nuevo reto.

En resumen, parece que los símbolos en nuestros sueños no sólo son correspondientes con nuestras construcciones mentales provenientes de nuestra cultura y educación, sino que dan respuesta a necesidades inconscientes, no de significados ajenos o externos a nosotros, sino provenientes de nuestra propia percepción, memoria y, por qué no, intuición. 

Ahora bien, ¿qué sucede en nuestro cerebro cuando, despiertos, alucinamos? Esto ya no tiene que ver con lo involuntario del inicio de un sueño (teniendo en cuenta que algunos, conscientemente, podemos modificar a voluntad su curso en muchos casos). ¿Qué sucede cuando en estado consciente, alerta y sin estar bajo el efecto de alguna sustancia alucinógena atravesamos un límite permanente de esta realidad y nos encontramos viendo escenarios y sintiendo cosas que no están “realmente”? Sé que esto es poco común que suceda, salvo en el caso de los esquizofrénicos, pero eso no descarta su eventualidad. Al menos a mí me ha sucedido dos veces en la vida, quizá lo escriba luego, pero ese no es el tema que hoy interesa aquí.

Hay un mecanismo inducido que permite experimentar alucinaciones y experiencias espirituales a través de la activación de la DMT en el cuerpo y es a través del consumo de la ayahuasca o yagé. Esta preparación contiene una sustancia llamada Psychotria viridis, una triptamina[3] que logra su efecto alucinógeno en el cuerpo humano cuando se mezcla con otros ingredientes (plantas) capaces de bloquear una enzima producida en el cerebro (monoaminooxidasa[4]). Así, con la mezcla correcta entre la triptamina y el inhibidor es posible dar rienda suelta a la activación de la primera en el cerebro. 

Las alucinaciones suelen ser muy complejas y difíciles de describir por quienes la han experimentado, leyendo varias opiniones encontré que muchas coinciden en afirmar tener la sensación de unirse con el resto de los seres que allí se encuentran y que ellos ven; se perciben a sí mismos como integrados con la naturaleza, una emoción que algunos describirían como “ser uno con el universo”. Algo bien complicado de explicar pero que sólo puede conocerse si se vive. Algo es cierto y es que la experiencia viene cargada con mucho simbolismo, ofrece un conocimiento propio abundante y deja mucho que pensar a quienes se arriesgan a dar “ese viaje”.

Eso sí, hay que tener cuidado con quién proporciona la preparación del brebaje y con la cantidad que se ingiere. Una persona con un sistema nervioso altamente sensible puede llegar a tener el peor día de su vida si ingiere una dosis que para otro puede ser normal, pocas personas saben esto de su propio cuerpo, no es una situación fisiológica que pueda describirse como autoevidente en muchos casos. 

De llegar a sobre-activar mi DMT algún día, espero que sea una enriquecedora experiencia, vamos a ver si lo consigo. Por ahora, debo decir que el DMT con el que cuento se ha portado bien brindándome muchos sueños en escenarios tan locos como inexistentes e inspiradores y me ha dado un par de visiones reveladoras. ¡Gracias a la sabia naturaleza y a nuestra maravillosa composición química!




[1] Según la popular y accesible Wikipedia.
[2] Oniromancia: es la práctica de asignar significado a los diversos componentes, elementos e imágenes que aparecen en los sueños.
[3] Triptamina: es un alcaloide presente en plantas y animales, pertenecen a este grupo las populares serotonina y melatonina. Algunas sustancias de este grupo se usan también por sus propiedades psicotrópicas.
[4] Los IMAO o bloqueadores/inhibidores de la monoaminooxidasa constituyen la categoría terapéutica a la que pertenece un cierto tipo de antidepresivos.  




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