... julio de 2014
Aprovechando los temas mundialísticos, ¿qué tal si las mujeres proclamamos nuestra posesión de la copa? Esto en realidad es un juego de palabras, pero ya voy a explicar de qué se trata.
Últimamente me
he preguntado por qué no hay un ítem o sección de género en el listado de
factores que se tienen en cuenta para la medición de la huella de carbono de
cada persona. No por plantear culpas innecesarias diferenciadas en uno u otro
caso, sino por generar consciencia acerca de las implicancias de la forma en
que convivimos con nuestros propios impactos sobre el planeta. Por ejemplo,
estoy segura de que no todas las mujeres nos hemos cuestionado acerca de los
impactos que producimos en el ambiente y en nuestra salud como resultado de la
manera en que asumimos nuestros propios ciclos naturales. Sin más rodeos, me
refiero a la toma de consciencia sobre la cantidad de desperdicio que se
produce como resultado del uso de herramientas, como tampones y toallas
sanitarias, para sobrellevar nuestros períodos femeninos.
Es importante
que las mujeres asumamos de una vez por todas nuestra responsabilidad frente al
tema –esto sin mencionar también nuestra responsabilidad como madres a través
de la decisión de usar los contaminantes pañales descartables con nuestros
bebitos. No podemos sugerir que es por falta de opciones, menos aún hoy en día,
porque estaríamos sosteniéndonos en una gran falacia. Pero, peor, no podemos
culpar por falta de información, pues salvo que vivamos en una comunidad
desconectada de los grandes medios de comunicación, tenemos acceso a
informarnos con mucha facilidad desde nuestros hogares. En resumen, si seguimos
siendo no sustentables en la manera en que llevamos nuestros ciclos es a causa
de falta de interés en buscar otras opciones (indiferencia) o porque
simplemente no nos interesa o no queremos (apatía). Esto descartando algunas culpas fundamentales a quienes inventaron estos sistemas de "absorción", que seguramente fueron hombres.
Hay algo claro:
las mujeres podemos decidir frente a la manera en que asumimos nuestros ciclos
naturales. Asusta enterarnos de cifras como que en un año las mujeres del país
(Argentina) consumimos en toallitas y tampones el equivalente a 10.140
toneladas de pasta fluff. Esta pasta, lamentablemente, se produce a partir de
los de los árboles de monocultivo. En pocas palabras, estamos arrasando con la
selva misionera y así, seguramente, somos también responsables de haber
arrasado con ecosistemas completos por todo el planeta. Además, no olvidemos la
cantidad de desechos no orgánicos que con su uso vamos dejando, sólo para
mencionar una cifra: en Argentina las mujeres consumimos 3.380 millones de
unidades de toallitas y tampones al año, sumemos esto a los desechos de todas
las mujeres del planeta que usan estos métodos (¡una toallita dura 500 años en
degradarse¡) y, si somos lo suficientemente conscientes, nos vamos preocupar.
Es por todo esto que un día decidí informarme y cambiar definitivamente la
manera de vivir cada mes mis ciclos, al igual que otras más de 2.000 mujeres lo
han hecho también en el país durante los últimos 5 meses.
La alternativa
es la copa menstrual. Suena a un producto nuevo pero no es así. Existe desde
los años 30 y en los países más avanzados es una herramienta que millones de
mujeres usan desde hace años sin riesgo alguno para su salud y con la certeza
de que no están acabando con bosques ni sumando al exceso de desechos que las
tradicionales toallitas y tampones dejan al planeta. ¿Por qué no es tan popular
como los otros métodos? Porque a los empresarios que los producen dejaríamos de
comprarles mes a mes sus productos, pues una sola copa tiene una duración de
más de 5 años. Una cosa más, con la copa se terminan los cambios constantes
durante el día o la noche cuando estamos en esos días; la podemos llevar por
hasta 12 horas sin necesidad de cambio y realizar cualquier actividad deportiva
o de movimiento. Y aún mejor, previniendo infecciones, olores y otras
consecuencias negativas que el uso por años de tampones y toallitas puede
causar a nuestro cuerpo.
Así que, ¡mujeres!, ¡vamos por la copa! ¡es nuestra!
Un poco de publicidad: la organización social y comercial Cíclica está produciendo la
copa en el país. Ésta se alió con Banco de Bosques y por
cada copa vendida la organización se compromete a proteger un metro cuadrado
de bosque nativo. La copa la consiguen en Capital Federal en la tienda de productos sustentables La Posta Eco: www.facebook.com/LaPostaEco
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