... Septiembre de 2016
He vuelto a maravillarme al observar cada uno de los mágicos impulsos que la vida mueve en ti. Ver semanalmente el aumento en la redondez de mi panza e imaginar qué sientes allí adentro. Verte crecer imparable a la vez que mi alma engorda contigo de felicidad.
Es un hecho, el amor ha germinado en mí en la forma de un pequeño pero fuerte ser humano. Mi cuerpo cambiante me recuerda a diario que yaces en mí con tu inmensa paz e inocencia. Tu llegada a mi vida alimenta mi esperanza en seguir construyendo un mundo mejor. Sé que tú vas a ser el mejor constructor de esa realidad por la que papá y mamá hemos trabajado, tendrás los mejores ejemplos, el amor y el apoyo que precises.
Pensar que nunca fuiste parte de mis planes y ahora eres mi mejor plan, mi más grande ilusión. La primera vez te vi a través de una pantalla, parecías saludarme desde esa ventanita acuática. Y te veías tan perfecto, tan activo, tan hermoso. Si había cosas en las que había dejado de creer, tú me lanzaste de un sólo tirón para volver a creer.
Te daremos las herramientas y las alas para que seas un ser libre y consciente, llevarás contigo los colores que más atraigan a tu almita aventurera, serás un guerrero y caminante de la vida, la naturaleza será tu aliada. No pretenderás ser una princesa ni un robot, ya el mundo tiene bastantes de ellos. Te llenarás de barro y aprenderás a limpiarte, como hemos debido aprender a hacerlo tantas veces en la vida, lo harás con sabiduría cada vez que necesites, con la convicción de que no hay mancha que dure eternamente en el corazón.
Tantas nuevas lecciones traes contigo, eres tan brillante que incluso antes de saber que vendrías pude ver tu luz que nos atravesó con un rayo. Todo fue más claro cuando entendí que ese destello anunciaba tu llegada a nuestras vidas. ¿Qué más traes contigo, pequeño gran trozo de cielo? La felicidad nos desborda mientras ansiosos te esperamos. Una nueva y maravillosa historia empieza a escribirse contigo.
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