jueves, 20 de junio de 2013

Tic tac



  ... 2012
La cucharita en el pocillito repleto de café de mal gusto que en sus giros involuntarios suena como las manecillas imparables de un reloj gigante, sonidos agudos y constantes, tal como ha sido el correr de los últimos días. Su otra mano, presta a recibir el mate compartido, la bombilla como la cucharita atrapada en un lodo espeso de hierba. Mezcla en exceso de sustancias permitidas por los ríos de sus venas. Y sin embargo, el tiempo no pasa, no pasa, no pasa... y el día gris, frío y lluvioso y la promesa de un invierno poco amigable, mucho menos que otros que ya habían tocado esa piel de latitudes tropicales.

El café, qué sabor incómodo, sabía a medicamento para la gripa, pero era la mejor opción para calentarse los labios y las manos. De fondo música deprimente, no se identifica con el ánimo de su corazón que late ansioso a la espera de un bello amor que está lejos. 

Toda una labor intentar hacer coordinar su sensibilidad con los horarios rígidos y las normas de oficina. Ánimo decadente y en riesgo de caer en el sinsentido. El café que la acompaña cada vez peor y la música aún más patética. Su cuerpo se sostiene tan sólo con la esperanza del escape que marca el final del horario laboral. Hacia afuera, oficinas y más oficinas, todos zombis con caras de haber perdido la voluntad en algún papel firmado, sin siquiera saber qué es la libertad humana ni si ésta existe en otro lugar diferente a la imaginación o al discurso de algún político que la usa como cliché feliz.

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