jueves, 3 de julio de 2014

Y la Copa Mundial es para... ¡¡las mujeres sustentables!!

... julio de 2014
Aprovechando los temas mundialísticos, ¿qué tal si las mujeres proclamamos nuestra posesión de la copa? Esto en realidad es un juego de palabras, pero ya voy a explicar de qué se trata.




Últimamente me he preguntado por qué no hay un ítem o sección de género en el listado de factores que se tienen en cuenta para la medición de la huella de carbono de cada persona. No por plantear culpas innecesarias diferenciadas en uno u otro caso, sino por generar consciencia acerca de las implicancias de la forma en que convivimos con nuestros propios impactos sobre el planeta. Por ejemplo, estoy segura de que no todas las mujeres nos hemos cuestionado acerca de los impactos que producimos en el ambiente y en nuestra salud como resultado de la manera en que asumimos nuestros propios ciclos naturales. Sin más rodeos, me refiero a la toma de consciencia sobre la cantidad de desperdicio que se produce como resultado del uso de herramientas, como tampones y toallas sanitarias, para sobrellevar nuestros períodos femeninos.

Es importante que las mujeres asumamos de una vez por todas nuestra responsabilidad frente al tema –esto sin mencionar también nuestra responsabilidad como madres a través de la decisión de usar los contaminantes pañales descartables con nuestros bebitos. No podemos sugerir que es por falta de opciones, menos aún hoy en día, porque estaríamos sosteniéndonos en una gran falacia. Pero, peor, no podemos culpar por falta de información, pues salvo que vivamos en una comunidad desconectada de los grandes medios de comunicación, tenemos acceso a informarnos con mucha facilidad desde nuestros hogares. En resumen, si seguimos siendo no sustentables en la manera en que llevamos nuestros ciclos es a causa de falta de interés en buscar otras opciones (indiferencia) o porque simplemente no nos interesa o no queremos (apatía). Esto descartando algunas culpas fundamentales a quienes inventaron estos sistemas de "absorción", que seguramente fueron hombres.

Hay algo claro: las mujeres podemos decidir frente a la manera en que asumimos nuestros ciclos naturales. Asusta enterarnos de cifras como que en un año las mujeres del país (Argentina) consumimos en toallitas y tampones el equivalente a 10.140 toneladas de pasta fluff. Esta pasta, lamentablemente, se produce a partir de los de los árboles de monocultivo. En pocas palabras, estamos arrasando con la selva misionera y así, seguramente, somos también responsables de haber arrasado con ecosistemas completos por todo el planeta. Además, no olvidemos la cantidad de desechos no orgánicos que con su uso vamos dejando, sólo para mencionar una cifra: en Argentina las mujeres consumimos 3.380 millones de unidades de toallitas y tampones al año, sumemos esto a los desechos de todas las mujeres del planeta que usan estos métodos (¡una toallita dura 500 años en degradarse¡) y, si somos lo suficientemente conscientes, nos vamos preocupar. Es por todo esto que un día decidí informarme y cambiar definitivamente la manera de vivir cada mes mis ciclos, al igual que otras más de 2.000 mujeres lo han hecho también en el país durante los últimos 5 meses. 

La alternativa es la copa menstrual. Suena a un producto nuevo pero no es así. Existe desde los años 30 y en los países más avanzados es una herramienta que millones de mujeres usan desde hace años sin riesgo alguno para su salud y con la certeza de que no están acabando con bosques ni sumando al exceso de desechos que las tradicionales toallitas y tampones dejan al planeta. ¿Por qué no es tan popular como los otros métodos? Porque a los empresarios que los producen dejaríamos de comprarles mes a mes sus productos, pues una sola copa tiene una duración de más de 5 años. Una cosa más, con la copa se terminan los cambios constantes durante el día o la noche cuando estamos en esos días; la podemos llevar por hasta 12 horas sin necesidad de cambio y realizar cualquier actividad deportiva o de movimiento. Y aún mejor, previniendo infecciones, olores y otras consecuencias negativas que el uso por años de tampones y toallitas puede causar a nuestro cuerpo.
Así que, ¡mujeres!, ¡vamos por la copa! ¡es nuestra!

 
Un poco de publicidad: la organización social y comercial Cíclica está produciendo la copa en el país. Ésta se alió con Banco de Bosques y por cada copa vendida la organización se compromete a proteger un metro cuadrado de bosque nativo. La copa la consiguen en Capital Federal en la tienda de productos sustentables La Posta Eco: www.facebook.com/LaPostaEco

martes, 29 de abril de 2014

Espionaje y labor periodística en el caso Watergate

... abril de 2014

Watergate es el más famoso caso de escándalo político en Estados Unidos. Es considerado el mito de un reto de la libertad de prensa al poder político. Las consecuencias de una investigación periodística de dos hombres del Washington Post ocasionan la salida del presidente Richard Nixon, en 1974. ¿Qué implicaciones trae para la labor periodística una investigación de este tipo? ¿qué papel tiene el periodista en medio del juego de intereses y al hacer públicas denuncias contra los grupos de poder?.

Estos interrogantes evocan posturas divergentes en cuanto a la libertad del periodista en su trabajo investigativo. Cuando se tocan temas sensibles o que afectan los intereses de los grupos de poder, la libertad periodística se ve limitada. Pocas veces este tipo de información sale a la luz y cuando esto ocurre es mejor acercarse con cautela y con una conciencia crítica frente a lo que puede estar ocurriendo en el trasfondo, en lo que no se logra observar del todo. Lo ‘normal’ es que situaciones que pueden llegar a ser escandalosas en la arena política sean bien encubiertas por expertos. Un periodista que desee examinarlas debe ser también un experto y tener los contactos necesarios, de lo contrario puede resultar engañado.

A continuación, describiré brevemente algunos detalles de la investigación de Bernstein y Woodward dentro de lo ocurrido en Watergate. Luego, mencionaré algunas de las consecuencias que este caso suscitó sobre la labor periodística en Estados Unidos. Finalmente, trataré el tema del papel activo del periodista.

Un poco de historia

El 17 de junio de 1972, cinco hombres fueron descubiertos ingresando durante la noche a las oficinas del Cuartel General del Comité Nacional del Partido Demócrata en el prestigioso complejo hotelero de Watergate. El Washington Post designa a dos periodistas, Woodward y Bernstein, para que se hagan cargo de la investigación del caso.

Los periodistas hacen un seguimiento de lo ocurrido desde esa noche que originó el destape del escándalo. En sus artículos se dan a conocer nombres de otras personas implicadas, pertenecientes a la administración de Nixon y a la CIA.

Los cinco hombres “iban vestidos con trajes oscuros de negocios y todos ellos llevaban guantes de goma Playtex de los que usan los cirujanos para operar. La policía les había intervenido un <<walkie-talkie>>, cuarenta rollos de película virgen dos cámaras de 35 milímetros, ganzúas, pequeñas pistolas de gas lacrimógeno del tamaño de una estilográfica, y micrófonos y aparatos de escucha que parecían aptos para recoger y captar conversaciones por teléfono o que se celebrasen dentro de una habitación determinada”1.

Tres de las cinco personas que ingresaron en Watergate eran cubanos. Durante la primera audiencia, los sospechosos se declararon como <<anti-comunistas>>. Además se decía que tenían nexos con la CIA.

El más importante de los cinco era James McCord, quien además de haber sido agente del FBI, Consejero de Seguridad de la CIA, era el coordinador de seguridad del Comité para la Reelección del presidente Nixon y era oficial de reserva (teniente coronel de la Oficina de Prevención de Emergencias), una unidad que debía “conseguir listas de los individuos sospechosos de radicalismo y ayudar a desarrollar planes de urgencia para la censura de los medios de información y el correo de Estados Unidos en caso de guerra”2.

Los periodistas toman como punto de partida dentro de la investigación los números telefónicos encontrados en dos agendas de los sospechosos. En ella coincidía el nombre de Howard Hunt, quien había sido consejero de la Casa Blanca en la clasificación de los <<Papeles el Pentágono>>.Poco a poco van apareciendo nuevos sospechosos dentro de la administración. A lo largo de este proceso aparece Deep Thoat (o “Garganta Profunda”) como fuente principal.

En 1973, Nixon es reelecto y poco después es declarado culpable por conducta criminal en el caso Watergate y por otros crímenes de la presidencia. A raíz de esto, se ve obligado a renunciar en 1974.

Algunas consecuencias

Este escándalo desató una mayor vigilancia de los gobiernos sobre los periodistas y en general sobre los medios de comunicación. Así, las noticias “peligrosas” para los organismos de poder pasan a ser manipuladas o escondidas para evitar el debate en torno a ellas y sus consecuencias. El riesgo no sólo lo corren los periodistas también los medios de comunicación para los que ellos trabajan, ya sea por prácticas recurrentes y menos riesgosas como las demandas o por otro tipo de prácticas menos éticas como las amenazas o las acciones violentas.

¿Qué tanto riesgo están los medios de comunicación dispuestos a afrontar? El Washington Post se arriesgó y, además de algunas amenazas de demanda, obtuvo un Pulitzer por servicio público y ganó credibilidad entre la población estadounidense. Sin embargo, por lo general no son precisamente premios lo que se obtiene cuando se denuncia una irregularidad de un ente de poder. Por esto, los medios de comunicación y los periodistas prefieren evitarse problemas.

Un amplio debate comenzó en torno a la labor periodística, en especial en cuanto a las acciones investigativas y de “cuasi-espionaje” realizadas por Woodward y Bernstein. Por ejemplo, algunos analistas del caso, como Carlos Ramírez, consideraban que “el Post era una especie de mensajero de una lucha interna en el gobierno y en la administración Nixon. [...]Por tanto, existe la sospecha de que el Post fue parte de una conspiración de poder que iba mucho más allá del periodismo. [...] Los reporteros le dieron estructura periodística a una lucha por el poder en las alturas de la política estadounidense”3.

No es de extrañarse que lo ocurrido fuera fruto de una conspiración coordinada desde adentro. Estas cosas pasan en el seno de los partidos políticos por diferentes razones. Recordemos, por ejemplo, el caso del atentado planeado por Claus von Stauffenberg y un grupo de oficiales del partido Nacionalsocialista alemán contra Hitler.

El debate en torno a Watergate se caracterizó, en general, por la desconfianza. Ésta ya no sólo iba dirigida hacia el presidente Nixon y su equipo de trabajo, sino también hacia la fuente principal de información que guiaba la investigación de los periodistas y hacia la CIA. En ese entonces, la CIA se caracterizaba por tener un fuerte poder de intervención y se rumoraba que ésta se encontraba en desacuerdo con el gobierno Nixon por haber detenido la ofensiva contra la URSS y China.

El papel activo del periodista

Hay varias opiniones acerca de la labor de los periodistas implicados en el caso Watergate que se resumen así:

1) Bernstein y Woodward tenían conocimiento previo del caso: debido a la Ley de Libertad de Información que impulsaba una -a veces desmedida- libertad de prensa en EEUU, los periodistas, en su afán de obtener una noticia que replicara socialmente, favorecieron intencionalmente a quienes coordinaron el complot.

2) Ellos no tenían conocimiento previo del caso:
     - favorecieron, sin saberlo, a los organizadores de un complot (posiblemente la CIA), en contra del gobierno.
     - develaron un caso en el que el gobierno de Nixon es realmente culpable.

El hecho de que un gobierno permita una mayor libertad de prensa pone en riesgo su propia estabilidad. Si un gobierno X no ejerce algún tipo de control sobre los medios de comunicación, éste tiene sólo dos opciones: 1) impedir que en él se cuele la corrupción (lo cual resulta risible); 2) crear estrategias para impedir que la corrupción sea descubierta. Estas dos opciones resultan más complicadas que tomar acciones de control sobre lo que dicen los periodistas. Así, de acuerdo con Chomsky, los medios de comunicación terminan por prestar un “servicio a los intereses del poder estatal y empresarial, que están estrechamente interrelacionados, planteando su información y su análisis de manera que se apoye el privilegio establecido y se limiten el debate y la discusión como corresponde”4.

De otra parte, los periodistas pueden cometer errores en su afán de dar a conocer la “verdad” y resultar favoreciendo, sin saberlo, a otros poderes que los usan y manipulan de acuerdo con sus propios intereses. ¿Qué tal si estos periodistas colaboraron, sin saberlo, en un montaje de algún organismo interno a través del cual se buscaba que Nixon saliera del poder? ¿fueron ellos un medio para que otros poderes lograran un objetivo?

Cabe preguntarse a quién o a qué poder sirvieron realmente los periodistas con su investigación, ¿acaso a los opositores del gobierno de turno?. Es complicado sacar conclusiones definitivas sobre un mito.

Evidentemente, los periodistas enriquecieron el debate y la crítica al mejor estilo de una sociedad abierta; hasta motivaron el retiro de un presidente. Pero lo importante aquí no es “comer entero”, sino intentar esclarecer el por qué de los hechos. Para esto es necesario adquirir respuestas a partir de la confrontación de intereses: ¿qué interés especial tenía Nixon y su equipo al introducir micrófonos en la sede de los demócratas, a costa de poner en riego su investidura? ¿Qué interés había en derrocar al presidente? ¿de quién era ese interés?.

El trabajo del periodista no debe terminar con la investigación de una sola fuente o línea interpretativa de un hecho. Bernstein y Woodward siguieron la línea que Deep Throat les trazó, sin indagar en las posibles causas que motivaban a ese personaje enigmático a guiarlos de la forma en que lo hacía. La verdad fue legitimada con base en lo que una única fuente sugería, esto, a mi parecer, le resta seriedad al papel activo del periodista.

No obstante, en este orden de ideas, el papel activo del periodista no debe medirse en los resultados inmediatos de la labor investigativa. Se mide entonces en términos de su capacidad o función de activador del debate. Es esto lo que lo hace constructor y participante de una sociedad abierta. Los problemas se dan cuando el periodista se equivoca en sus apreciaciones o cuando las consecuencias de su trabajo afectan gravemente a otros; temas a tratar dentro de la ética del periodista.



1 Ver Woodward y Bernstein, All the president’s Men (version en español), p. 18.
2 Íbid. P, 26.
3 Ver Ramírez, La CIA y Watergate, el mito.
4 Ver Chomsky. Ilusiones necesarias: control del pensamiento en las sociedades democráticas, p. 20.

domingo, 23 de marzo de 2014

La Señora Patricia

... marzo de 2014
No, no estoy por hablar de “esa señora Patricia” que quizá algunos compatriotas hayan llegado a pensar. No es de aquélla que en su “anonimato” se hizo famosa por reflejar la desesperación de los usuarios desatada por los call-centers de grandes empresas que dan vueltas y rara vez resuelven alguna queja. Para quienes no saben de qué señora hablo, pueden escucharla en: https://www.youtube.com/watch?v=zBEfMqUQ6Pg

Esta vez sólo tengo ganas de hablar de una “Señora Patricia” que hoy cumple años y que me resulta muy interesante y enigmática. Uno de los enigmas, por cierto, es su edad. Desde que mi capacidad de conteo racional me lo ha permitido, ella me ha asegurado tener 80 años. Aún hoy en día me confiesa ser octogenaria, ¿pero cómo alguien se queda estacionado en una misma edad y aparenta tener la mitad? Para todos sigue siendo un misterio, en especial porque después de cierto número las mujeres tienden a quitarse los años y a esconder su documento, ella en cambio, claramente, se ha empeñado en doblarse y triplicarse la edad por una razón que nadie comprende.

Así es la Señora Patricia, historiadora y relatora de las grandes historias del mundo, pero también de las chicas. Hace ya varios de sus ¿ochenta? años conquistó a un capitán. El corazón de aquél hombre fuerte se doblegó ante los encantos de la joven Señora Patricia. Desde que la conoció, ese socialmente poderoso y hermético hombre decidió continuar su vida a su lado; así lo hizo hasta el final de sus días. La Señora Patricia, con la fortaleza que siempre tuvo, continuó su vida cultivando sus semillas, un par de espíritus libres a los que por su propia voluntad ella decidió sembrar y custodiar, dedicando su tiempo, conocimientos y amor. 

De modales y lenguaje delicados, siempre oportunos y necesarios para invadir de calma los lugares y a las personas que así lo requerían, no juzgó la forma ni la manera de crecer de sus semillas, no alteró sus raíces, las acompañó a seguir los arduos caminos que su naturaleza les demandaba, sin imponer cánones de lo que debía o no debía ser. Sus esfuerzos por ver sus semillas florecer fueron interminables. Orgullosa se sentía de ver a cada una crecer con el color y aroma que ellas mismas, por un impulso impredecible de la naturaleza, iban eligiendo.

Supo entender que sus semillas requerían crecer en otras tierras, esto implicaba que fuesen llevadas a bosques lejos de ella. Hay semillas que son así, que adaptan mejor sus raíces en suelos distantes y que crecen mejor si reciben el sol en otra latitud. La Señora Patricia no se resistió, sabiendo que extrañaría ver a sus semillas-flores, no deseaba albergar en ella la idea de retenerlas de alguna forma, es así como una madre expresa su grandeza y amor. Finalmente, tal y como ella lo sostenía, si bien había dado toda su dedicación y recursos a sus semillas, éstas no le pertenecían, pues se pertenecían sólo así mismas.

La Señora Patricia no se daba cuenta de algo que los demás sí: ella misma se había transformado con los años en una flor hermosa, llena de brillo y exquisito aroma. Siempre tuvo tan poco tiempo al estar pendiente de los caminos de sus semillas, este año su cumpleaños la encuentra por fin con la calma y el tiempo necesarios para notarlo, para notarse, para no parar de brillar. Un nuevo ciclo de su vida ha iniciado, es hora de plantar las semillas de sus sueños y de propagar las de la sabiduría que le han otorgado su experiencia y su profunda manera de haber caminado la vida. Su alma vuelve a sentirse joven, es la flor en pleno fulgor.

lunes, 17 de febrero de 2014

A las mujeres "se nos volteó la arepa": algunos impactos negativos no esperados del feminismo hoy

... febrero de 2014

Hay una parte importante del feminismo y del logro de una mayor participación de las mujeres en la sociedad que nos ha venido desencantando. Como diríamos en mi país, “se nos volteó la arepa”. La igualdad y equilibrio en las relaciones de género presentes en las parejas de estos tiempos son el factor común. Se entiende esta situación como una evolución en las relaciones y un triunfo del poder femenino en la construcción de modelos de familia. En el formato heterosexual, los hombres hoy en día, en general, se hacen cargo de los quehaceres domésticos, del cuidado de los hijos y del suministro de recursos al hogar tanto como las mujeres. Cuando hay desigualdades, suele haber negociaciones en la pareja para lograr el equilibrio en otras instancias, generando así un relacionamiento más igualitario y que reduce las posibilidades de generar relaciones de poder marcadas en las que hay un dominador y un sumiso.

No obstante, hay algunas consecuencias o impactos no esperados de la evolución del feminismo que no son motivo de celebración, en especial para las mujeres de la generación inmediata a la de sus protagonistas (y yo hago parte de este grupo). El análisis de estos efectos destaca que hay asuntos que merecen ser revisados y que nuestros avances en la sociedad son susceptibles de ser cuestionados y, por supuesto, de ser mejorados. No escribo esto con miras a atacar a un movimiento al que le costó y le siguen costando innumerables luchas por el logro de derechos y al que tanto avance le debemos. Sólo quiero exponer que hay aspectos que no son positivos para las artífices ni para las herederas del mismo y que abren interrogantes sobre nuestros roles y participación en la sociedad y sobre las maneras de relacionarnos con los hombres.

Como no pretendo hacer una “artículo especializado” sobre el tema, ya bastantes hice en mi vida de estudiante de pregrado y en mi maestría, sintetizo en un breve listado los aspectos en los que se nos “ha volteado la arepa” (sin menciones de doble sentido, claro está) y a continuación describo un poco cada uno:
  • Incremento en el número de “obligaciones” y responsabilidades asumidas
  • Conductas abusivas de parte de algunas mujeres sobre los derechos de los hombres y sobre los derechos de sus hijos  
  • A pesar del logro de igualdad de condiciones en muchas parejas, esto ha apadrinado también un asunto preocupante: la pérdida de satisfacción y frecuencia sexual de sus integrantes
En su afán de independencia y de libertad, muchas mujeres se han echado a los hombros más responsabilidades de las que pueden asumir. No me refiero a que sean incapaces de cumplirlas, pero sí es muy difícil que puedan asumirlas plenamente y esperar los mejores resultados, atentando a veces contra su propia salud y bienestar. Ahora no sólo forman parte del mercado de trabajo, de esa masa de la vida pública (pues antes su escenario de acción se restringía al ámbito privado), además llegan a casa cansadas después de un largo día a hacerse cargo de las labores de cuidado de los hijos y, en otros tantos casos, del cónyuge. Todo esto porque no se calculó que hay sociedades en las que el machismo aún tiene fuertes raíces y sacarse el discursito de la-mujer-en-el-hogar no es algo que se logra siempre con mucho éxito, con excepción de algunas sociedades más desarrolladas (e incluso éstas tienen también sus excepciones).

Al final de la jornada, tenemos entonces mujeres profesionales, inteligentes, socialmente exitosas y admirables, hermosas pero tan cansadas. Son madres, esposas, comandantes y operarias de la “economía del cuidado”*, trabajadoras “incansables” y todo el listado de roles que estas funciones implican. Y es allí donde a muchas les surge el interrogante acerca de cuándo tendrán por fin tiempo para ellas, para sentirse realmente libres y haciendo lo que más les gusta y anhelan; llegan los 30s y los 40s con un debacle de cuestionamientos y arrepentimientos en los que las promesas de felicidad de las “profesionales realizadas” resultan ser efímeras y hasta falaces, la rebelión interna desencadena hastío, divorcios, peleas y malentendidos y, en el medio, niños que deben adaptarse a la idea contradictoria de pertenecer a dos hogares en pugna a la semana. Y esto ya me lleva al segundo factor mencionado.

He visto, cada vez de forma más reiterativa, que muchas mujeres han transformado sus propias inseguridades y revanchas internas (como creer que deben sacar el máximo provecho de los hombres, aclaro que no es romántico ni sexual, sino económico; clara, contundente y explícitamente económico) en una lucha por minimizar los derechos de quien ha sido su pareja, en particular de quien ha puesto la semilla para que éstas se reproduzcan. Y debo confesar que, al tener varios amigos y allegados padeciendo este tipo de situaciones, me solidarizo con ellos pues estas chicas literalmente se han ido al carajo. Son una vergüenza para nuestras predecesoras las feministas luchadoras y, en general, para el género. Curiosamente, éstas son las primeras en declararse feministas e independientes y toda esta farsa se les acaba cuando logran su verdadero objetivo: atrapar a un hombre con buen bolsillo bajo la excusa de la maternidad. A ver, convengamos que los preservativos no son costosos y que la pastillita está más que generalizada. Los hombres no “caen” ingenuamente pero no se dan cuenta de que tienen todas las de perder, pues la ley en varios países (especialmente en aquellos de los que puedo dar cuenta) favorece a las “sufridas” madres de familia, quienes gustan de cuotas familiares irrisorias, prohibición de visitas y son todo menos ingenuas.

El resultado, padres que no pueden ver a sus hijos pero que de todos modos deben pagar manutenciones con cifras infladas por las madres de los chicos, juicios, travesías legales interminables y mientras tanto los niños crecen escuchando a sus madres hablarles mal de sus padres. Si esto no es un abuso de los beneficios y libertades de la mujer, no sé cómo pueda llamársele. Si hablamos de igualdad de derechos, estos escenarios tan comunes deberían contemplarse como parte de la lucha, en favor de ellos y de ellas. ¡Basta de sesgos injustos y absurdos!.

Como parte de las consecuencias, veo a mis amigas enfadadas porque sus novios huyen al compromiso, ellas no imaginan cómo es posible que los hombres teman tanto al asunto del felices-por-siempre. La verdad es que, sin tomar parte en el asunto, entiendo sus razones, las de ellos. Aquellos que se informan, no se dejan llevar por la calentura pasajera y son un poco más precavidos saben de las consecuencias nefastas que a veces formalizar una unión puede traerles, pues han tomado conciencia de que ante un evento de conflicto las mujeres pueden hacer uso de temibles y destructivas armas legales. Es por esto que ellos prefieren esperar y esperar, no porque no deseen unirse a una pareja y formar una familia sino porque quieren asegurarse de que su elección es la adecuada. Para ellos no queda más que confiar en el amigo tiempo y estar atentos a las señales.

Y ahora el factor final. Aunque parezca increíble, no todo es perfecto para las “parejas perfectas”. Se ha demostrado, de acuerdo con varios estudios**, que las parejas en las que los quehaceres del hogar y los roles se comparten por partes iguales y éstas son empáticas y asertivas en las negociaciones y decisiones del hogar, tienen un problemita: poco, muy poco sexo. Si bien este tipo de parejas tienen mucho menos riesgo de terminarse que aquellas en las que los roles son desiguales, al parecer, para las personas insertas en estas relaciones envidiables, la percepción de estar en un mismo nivel con sus parejas desvanece la diferenciación femenino-masculino (claro-oscuro, yin-yang, opuestos que se complementan) y, por tanto, hace que pierdan ambos su deseo sexual. Se encontró además que esto no sólo ocurre en parejas heterosexuales, es un fenómeno que ocurre a todas aquellas con igualación de roles.

Un ejemplo concreto ocurre cuando en parejas heterosexuales los hombres que defienden los derechos de las mujeres son tan cuidadosos con sus esposas o novias. Algunas mujeres expresan tener fantasías sexuales pero éstos por temor a causarles daño o ser agresivos prefieren no incentivarlas. De acuerdo con uno de estos estudios, las mujeres expresan el deseo por hombres rudos en la cama, única y exclusivamente en ese ámbito de la vida de pareja. Aman los hombres inteligentes, que las cuidan y con los que es posible negociar, tiernos y amorosos, pero desean que por momentos se conviertan en salvajes a la hora de la intimidad. Una conclusión importante al respecto es que “los valores que impulsan las buenas relaciones sociales no son necesariamente los mismos que despiertan la libido. La mayoría de nosotros nos calentamos en la noche con las mismas cosas hacia las que nos declararemos en contra durante el día”***. Bueno, esto es ciertamente cuestionable pero es seguro que tiene sus matices, la sexualidad es una esfera bastante compleja.

Todas estas cuestiones requieren ser pensadas y, por qué no, autoanalizadas en el caso particular de cada una de nosotras las mujeres: ¿qué tanto hacemos valer nuestros derechos? pero también ¿qué tanto aportamos a nuestro entorno y a la sociedad en general a través de la validación de estos derechos? son temas que requieren ser replanteados cada vez que hacemos uso de las libertadas adquiridas. No debemos olvidar que los roles asociados (trabajadoras, madres, economistas del cuidado, fundamento y amalgama del entorno familiar, etc.) a nuestro lugar-en-la-sociedad son fundamentales para el bienestar social, son resultado de la evolución de años y años de posicionamiento de las mujeres en las esferas privada y pública. Hay un logro evidente de derechos, queda pendiente la tarea de revisar cómo generar equilibrio en los terrenos conquistados para bien de ambos géneros, sin abusos y sin pugnas de poder.


* Economía del cuidado: definida como los bienes, servicios, actividades, relaciones y valores relativos a las necesidades más básicas y relevantes para la existencia y reproducción de las personas, en las sociedades en que viven. Se trata de "aquellos elementos que cuidan o “nutren” a las personas, en el sentido que les otorgan los elementos físicos y simbólicos imprescindibles para sobrevivir en sociedad (Unifem,2000). Así, el cuidado refiere a los bienes y actividades que permiten a las personas alimentarse, educarse, estar sanas y vivir en un hábitat propicio. Abarca por tanto al cuidado material que implica un trabajo, al cuidado económico que implica un costo y al cuidado psicológico que implica un vínculo afectivo (Batthyany, 2004)". Rodríguez Enríquez, Corina. Economía del Cuidado y Política Económica: Una aproximación a sus Interrelaciones. CEPAL, 2005.
** “Egalitarianism, Housework, and Sexual Frequency in Marriage” http://www.asanet.org/journals/ASR/Feb13ASRFeature.pdf

sábado, 25 de enero de 2014

Un fértil 2014

... enero de 2014
Bueno, es muy curioso que este nuevo año no me haya dejado mucho tiempo o actitud para darle un saludo. He tenido intenciones vagas de escribir uno que otro cuento o algún ensayo y me choco con frecuencia con la impertinencia de la cotidianidad que ocupa mi cabeza en otros menesteres, pero también he estado pensando y dedicando acciones en función de un nuevo proyecto. ¡Así es! He querido varias veces retomar mi blog, darle un poco más de tiempo a estas letras que se extrañan, pero algo siempre se cuela, se “prioriza” y me aleja.

Como lo mencioné, he estado con las intenciones en un nuevo proyecto. Hasta el 31 de diciembre de 2013, aún no existía ni la idea. De repente, dos días después de recibida la energía arrasadora del nuevo año, surgió la noticia; así como cuando una mujer se entera que en nueve meses dará a luz. No es este mi caso por decisión propia (causante de reprobaciones familiares) y se reduce, claro está, a un ejemplo o analogía de lo que implica gestar algo, en esta oportunidad: una bella idea.

Como a veces me gusta actuar de “chica intrigante”, no avanzaré con darla a conocer, hasta que sea un hecho, hasta que, evidentemente, la haya “parido” (volviendo al ejemplo-analogía). Esto ocurrirá, si se cumple mi planificación, decidida por cuestiones prácticas y también numerológicas, el 5 de abril. Un sábado en el que haremos el más grande escándalo que escucharán todos en Palermo. Los padres de esta idea estamos muy emocionados, expectantes, cuidando y trabajando cada detalle para que su “presentación en sociedad” sea mejor que mejor.

Que valgan la pena la poca escritura de estos meses, el descuido de algunas redes sociales que por estos días ya me lo han reclamado, los trasnochos y, por supuesto, todos los nuevos aprendizajes en áreas del conocimiento que yo nunca había pisado de otra forma diferente a lecturas superficiales relacionadas.

Y así empiezo el 2014, con toda la alegría, infinitas expectativas, sin jefes; dedicada con mente, alma y corazón a algo con lo que me identifico y con lo que siento que voy a dar un poco más de mí para hacer, de a poco, un mundo cada vez mejor.

¡Allá vamos! a hacer realidad el escenario de esta pareja de idealistas y soñadores que somos Erik y yo. ¡Un feliz y fértil 2014 para todos!

martes, 1 de octubre de 2013

Jugar a vivir

Fragmento del Muro de Berlín

... Octubre de 2013
Hace algunos días recordé aquel libro que prometía ofrecer una respuesta con respecto al significado de la vida. Tenía el pesado nombre de “Guía para la vida”, una oferta algo ambiciosa que se constituía en un simple juego para tontos con el que garantizaban que todas las páginas fuesen recorridas. Ibas de una página a otra que te indicaban y a otra que te indicaban y a otra y así, una y otra vez. Si recorrías todas las indicaciones terminabas dando un viaje en círculos por un libro que poco tenía de contenido pero que para los chicos resultaba agradable por los juegos que proponía y por sus ilustraciones, sin mencionar que los protagonistas eran unos populares dibujitos de televisión.

Un libro mucho menos dummie y de obvias cualidades es Rayuela, de Cortázar, otra descripción de la vida como un juego sin pies ni cabeza, que se puede leer en un orden y en otro, modificable y flexible como el temperamento y las opiniones humanas.

Estos ejemplos los incluyo sólo para recordar cómo la literatura (de masas o erudita) ya nos ha señalado lo que aveces no queremos creer: la vida es un juego que insistimos en tomarnos en serio, sea porque lo percibimos corto, sea por algún temor de orden religioso-apocalíptico o justiciero, sea por tradición (principalmente), por lo incierto de sus encrucijadas, etc. En incontables oportunidades intentamos minimizar el margen de incertidumbre y nuestra capacidad de improvisación, cómo asusta el piso que no se siente firme.

Nos esforzamos trabajando sobre un futuro, labramos uno a uno los escalones hacia un lugar que consideramos ya definido... olvidando tener siempre presente que la vida como un todo es una clase más de juego y que no hay espacios definidos, ni tiempos, eventos ni presencias garantizadas. Así fluye lo volátil, así escapa la misma vida a nuestra rebuscada necesidad de planificarlo todo, porque “la vida es sueño” o juego, como repetía Calderón, y “los sueños juegos son”, no a la inversa.

El riesgo de no asumir la vida como un juego en el que es emocionante ganar pero en el que también lo es perder es el de vivir sin pasión, es convertirse en un ser humano promedio. Los años pasan tan rápido que es un completo desperdicio llegar a un punto y pensar que se ha vivido sin haber invertido nuestra energía en realizar nuestros deseos más queridos, aunque no fuesen los que la sociedad promulga.
Así que ¡a jugar! A danzar con el ritmo latente que nos ofrece a diario la aventura de estar vivos.

domingo, 1 de septiembre de 2013

¡Reaparecí!

Praga, República Checa
... septiembre de 2013
¡Muy buenas las tengan! (las que sean: las mañanas, tardes, noches, etc.)

Tanta ausencia por este blog tiene un par de buenas explicaciones.
La primera, mi computador con el que compartí desde el 2008 falleció hace algo más de un mes. Al parecer mis pensamientos y opiniones le resultaron tan pesados como le resultan a algunas personas y prefirió abandonarme. La cuestión es que tenía varios escritos recién horneaditos y listos para publicar. No lo hice en ese momento porque estuve con miles de cosas inesperadas que ocuparon mi tiempo hasta el punto de que ni siquiera pude dormir algunas noches por estar terminando todo lo posible antes del tiempo que les correspondía. Sumado a esta situación, debí adaptarme a tres computadores diferentes para poder cumplir con lo que ya expliqué en la frase anterior y esto me hizo aún más lenta y con menos tiempo. Aún no sé si lo que había escrito existe aún, pues tampoco pude llevar mi disco duro (o "rígido" aquí en Argentina) a un técnico para que lograra extirpar del mismo tan valiosa información.

La segunda razón, es que una de las cuestiones inesperadas resultó ser un viaje al otro lado del planeta. Y ahí sí perdonarán, pero primero estaba mi bitácora de viaje (un lindo Moleskine violeta adquirido en una tienda de comics en Bruselas) esperando por sentir mi pulso, sus movimientos y trazos.

Lo bueno de todo esto es que tengo muchas reflexiones para comentar por aquí, así como seguramente algunas correcciones a mis prejuicios... yo declaro que como ser humano, me equivoco y no me duele ni me avergüenza admitirlo ni cambiar de opinión siempre que tenga argumentos que lo valgan.

Pero lo bello del viaje no fue todo. Antes de poder salir, como buena colombiana, tuve que pasar por todo tipo de papeleo de control internacional, de alegatos y sufrimiento; situaciones agotadoras y con final feliz que me restaban aún más el poco tiempo que tenía disponible para todo lo demás.

Y la tercera razón era mi trabajo aquí en Buenos Aires, el cual implicaba dejar cosas terminadas y en orden dadas mis inesperadas causas: mi segunda razón (la del viaje) y la primera (la de mi computador).

Bueno, ya que justifiqué (ahora que lo pienso, no se bien por qué ni para qué) mi desaparición, aproveché para subir una foto de las cosas espectaculares que pude ver durante el último mes y por aquí, de paso, aprovecho para enviar amor a quien se tome el tiempo y trabajo de leer esta nota de reaparición.
¡¡¡Saludos!!!


domingo, 14 de julio de 2013

De sueños químicos y alucinaciones


... Julio de 2013

Hay tantas cosas que consideramos exclusivamente humanas y que se reducen a procesos químicos de nuestro cuerpo; emociones como el amor, la tristeza, la fe, entre otras tantas, se explican por la reacción de algún químico, ya sea por su presencia en alguna proporción o su ausencia, que sucede en nuestro cerebro. 

Hay un químico en particular que me llama mucho la atención y es aquél responsable de la producción de los sueños mientras dormimos así como también de las alucinaciones en estado de vigilia. Me refiero a la mágica Dimetiltriptamina (DMT), más famosa por ser llamada la “molécula del espíritu”. Ésta es producida por la glándula pineal que se encuentra a la altura del área conocida por otras culturas como el tercer ojo, de ahí que se les atribuye una relación y las propiedades de despertar o acercar a las personas a estados psíquicos de tipo espiritual o más elevado. 

Al igual que en el mundo los seres vivos compartimos prácticamente la misma composición química básica, la DMT, además de producirse en el cuerpo humano se encuentra también en muchas plantas y animales. En la naturaleza viene siendo nada más y nada menos que el “alucinógeno más potente que existe”[1].

La existencia de este químico mágico es lo que explica que a veces tengamos sueños tan extraños con cosas, personas y lugares que desconocemos y con situaciones que en nuestro mundo material no serían posibles: volamos y damos saltos altísimos, morimos y revivimos, nos teletransportamos, vemos y tenemos contacto con famosos y seres queridos que ya no están y, lo peor, en situaciones de riesgo y tensión, gritamos y en ocasiones no sale sonido alguno. Por muy absurdos que parezcan, muchos sucesos de nuestros sueños los percibimos tan reales que tenemos respuestas fisiológicas como aceleración de los latidos del corazón y de nuestra actividad cerebral, agitación en la respiración, temblores y a veces hasta llegamos a pronunciar palabras. De repente despertamos y sentimos alivio o desilusión y nos damos cuenta de que lo que vivimos no pertenece a lo que calificamos como la realidad
La Siesta de Joan Miró
La DMT es como una máquina de sueños que llevamos todos, ¡gracias a la vida!. Su presencia en el cuerpo en dosis más altas de lo usual, de forma natural o inducida, permite que alucinemos (de nuevo, ¡gracias a la vida!). Ahora, desde una visión funcionalista del asunto, ¿cuál es el objetivo de su presencia en la naturaleza? No hay respuestas fundamentadas en la ciencia. Lo que sí está claro es que, primero, su existencia ha sido fuente de inspiración para la creación artística o para resolver incógnitas. Algunos personajes tuvieron la suerte de encontrar respuestas en sus sueños a cuestionamientos que tenían en su “vida real”. Por ejemplo, en 1905, Albert Einstein recibió “señales” o inspiración en varios sueños para formular posteriormente su teoría de la relatividad, en particular lo relacionado con sus estudios y teoría de la velocidad de la luz. Un caso más fue el del fundador de la genética, Johann Mendel, quien obtuvo respuestas de un campo de tréboles en flor en sus sueños para llegar a detalles que le faltaban en la construcción de Las Leyes de la Herencia Genética

Me atrevería a afirmar que en estos casos ejemplares, quizá la DMT facilitó conexiones neuronales que de otra manera tomarían más tiempo en la búsqueda de los científicos por encontrar una lógica o un mejor orden a sus ideas. Pero esto es apenas una hipótesis y no soy neurobióloga ni el tipo de científica necesario para resolver el dilema. 

Segundo, otra posible función de los sueños tiene que ver con los símbolos que ofrecen y a los cuales se les atribuye un significado, es decir, con su aporte a la interpretación. La tarea de interpretar sueños es milenaria, hay registros escritos de más de 3800 años de antigüedad y es una labor puesta en práctica en diversas culturas y bajo diferentes enfoques como lo fue, por ejemplo, el caso de Freud en el siglo XX. 

La oniromancia[2] existe desde la antigüedad, su etimología proviene de los griegos (oniro significa “ensueño” y mancia significa el “arte que pretende adivinar el porvenir por medio de los sueños”). Por ejemplo, ellos contaban con la ayuda del oráculo de Delfos como fuente de aportación de significado a sus sueños y le daban mucha importancia al tipo de señales que éstos les presentaban. Pero lo anterior no llega a explicar si hay alguna clase de sistema independiente que estimula o motiva la activación de la DMT a través de la producción de imágenes o sensaciones en los sueños. Y, aunque suene ridículo, si bien sabemos que algunos animales sueñan, no podemos llegar a saber si las plantas que llevan este químico también lo hacen.

El interés de darle significado a los sueños y a sus símbolos se relaciona con la estructura cultural en la que las personas se desenvuelven. Soñar con un pez alado para los aztecas no ofrece el mismo significado para un psicoanalista. Para los primeros puede representar una señal de prosperidad que se aproxima y para el segundo puede identificarse, por ejemplo, con algún tipo de temor a emprender un nuevo reto.

En resumen, parece que los símbolos en nuestros sueños no sólo son correspondientes con nuestras construcciones mentales provenientes de nuestra cultura y educación, sino que dan respuesta a necesidades inconscientes, no de significados ajenos o externos a nosotros, sino provenientes de nuestra propia percepción, memoria y, por qué no, intuición. 

Ahora bien, ¿qué sucede en nuestro cerebro cuando, despiertos, alucinamos? Esto ya no tiene que ver con lo involuntario del inicio de un sueño (teniendo en cuenta que algunos, conscientemente, podemos modificar a voluntad su curso en muchos casos). ¿Qué sucede cuando en estado consciente, alerta y sin estar bajo el efecto de alguna sustancia alucinógena atravesamos un límite permanente de esta realidad y nos encontramos viendo escenarios y sintiendo cosas que no están “realmente”? Sé que esto es poco común que suceda, salvo en el caso de los esquizofrénicos, pero eso no descarta su eventualidad. Al menos a mí me ha sucedido dos veces en la vida, quizá lo escriba luego, pero ese no es el tema que hoy interesa aquí.

Hay un mecanismo inducido que permite experimentar alucinaciones y experiencias espirituales a través de la activación de la DMT en el cuerpo y es a través del consumo de la ayahuasca o yagé. Esta preparación contiene una sustancia llamada Psychotria viridis, una triptamina[3] que logra su efecto alucinógeno en el cuerpo humano cuando se mezcla con otros ingredientes (plantas) capaces de bloquear una enzima producida en el cerebro (monoaminooxidasa[4]). Así, con la mezcla correcta entre la triptamina y el inhibidor es posible dar rienda suelta a la activación de la primera en el cerebro. 

Las alucinaciones suelen ser muy complejas y difíciles de describir por quienes la han experimentado, leyendo varias opiniones encontré que muchas coinciden en afirmar tener la sensación de unirse con el resto de los seres que allí se encuentran y que ellos ven; se perciben a sí mismos como integrados con la naturaleza, una emoción que algunos describirían como “ser uno con el universo”. Algo bien complicado de explicar pero que sólo puede conocerse si se vive. Algo es cierto y es que la experiencia viene cargada con mucho simbolismo, ofrece un conocimiento propio abundante y deja mucho que pensar a quienes se arriesgan a dar “ese viaje”.

Eso sí, hay que tener cuidado con quién proporciona la preparación del brebaje y con la cantidad que se ingiere. Una persona con un sistema nervioso altamente sensible puede llegar a tener el peor día de su vida si ingiere una dosis que para otro puede ser normal, pocas personas saben esto de su propio cuerpo, no es una situación fisiológica que pueda describirse como autoevidente en muchos casos. 

De llegar a sobre-activar mi DMT algún día, espero que sea una enriquecedora experiencia, vamos a ver si lo consigo. Por ahora, debo decir que el DMT con el que cuento se ha portado bien brindándome muchos sueños en escenarios tan locos como inexistentes e inspiradores y me ha dado un par de visiones reveladoras. ¡Gracias a la sabia naturaleza y a nuestra maravillosa composición química!




[1] Según la popular y accesible Wikipedia.
[2] Oniromancia: es la práctica de asignar significado a los diversos componentes, elementos e imágenes que aparecen en los sueños.
[3] Triptamina: es un alcaloide presente en plantas y animales, pertenecen a este grupo las populares serotonina y melatonina. Algunas sustancias de este grupo se usan también por sus propiedades psicotrópicas.
[4] Los IMAO o bloqueadores/inhibidores de la monoaminooxidasa constituyen la categoría terapéutica a la que pertenece un cierto tipo de antidepresivos.  




martes, 9 de julio de 2013

La mirada del Tigre



 
... julio de 2013
Cuando las posibilidades se reducen, se es desterrado por las circunstancias y aún las piernas funcionan bien, sólo resta caminar. El camino siempre se extiende hacia otros, a veces es liberador, todo depende del plan de ruta. Así se encontraba Lucile a sus 26 años, partiendo de Évol, con una bolsa de tela color marrón y en ella todo lo que tenía en el mundo: algunas pequeñas prendas femeninas, dada su contextura delicada, unas monedas y un poco de comida y agua.

1834 o 1835, con precisión nadie en Évol recuerda qué año era cuando Lucile llegó sola con su bolsa, sencilla pero refinadamente vestida, sin conocer persona alguna y sin un pasado identificable por cualquiera de los pobladores. Llegó como un fantasma, como un ser de otro mundo que aparece de repente. A pesar de su indescifrable humanidad, fue muy bien recibida y se ganó fácilmente el cariño de hombres y mujeres. Cómo no hacerlo, su fina y agradable apariencia, sus maneras suaves y elegantes, su perfume sutil a flores de un lugar lejano y sus infaltables amabilidad y sonrisa eran el deleite de quienes no acostumbraban recibir visitas de desconocidos, es decir, de casi todos los habitantes de la región.

Era el día de la fiesta anual de la cosecha, toda la población se encontraba en las calles, puestos todos como figuritas preparadas para un gran escenario. Era gente más bien parca, discreta y un poco hipócrita, en especial con los visitantes, pero en ese momento del año su carácter usual se transformaba en uno jovial y festivo. Por suerte, Lucile llegó en ese contexto.

En medio de la algarabía, Carla, una mujer de 28 años, aprovechó para socializar y fue así que conoció a Lucile. Carla, viuda igual que su propia madre, tenía un hijo de 8 años. Él, Damian, era un chico pecoso y pelirrojo, un tanto regordete y poco agraciado, tenía a favor sus vivaces ojos celestes y su personalidad tranquila y amigable.

Carla vivía con su hijo, su madre y una criada en una modesta y cálida casa de clase media, muy cerca de la plaza central del pueblo. Su esposo había muerto de un mal extraño que se lo había llevado cuando el pequeño tenía apenas 2 años. Es así que su hogar estaba comandado sólo por mujeres un tanto rezanderas que, además de vivir del comercio de textiles, vivían para servir y cuidar al hombrecito de la casa. Por cierto, era el único de su género que allí ingresaba. En el luto por sus respectivos maridos fallecidos, las mujeres de aquel hogar habían jurado honrarlos hasta la muerte, como se acostumbraba por esos días, anulando su capacidad o instinto de sentir pasión por algún otro hombre de nuevo.

La empatía entre Lucile y Carla surgió sin esfuerzos, de tal manera que la viuda le ofreció en alquiler una de las habitaciones de su vivienda. No era algo que ella acostumbrara a hacer, pero la idea de tener una nueva amiga cerca y la confianza que le inspiraba fueron suficientes para hacer la propuesta. Lucile aceptó encantada y desde ese primer día en Évol se alojó allí pagando una suma justa por el espacio elegido.


Como era de esperarse, Lucile se integró sin problemas a la vida en la casa. Sabía del trabajo con textiles, ayudaba en los quehaceres y daba nueva vida al lugar con sus charlas acerca de las costumbres en otros pueblos por los que ella había pasado. No daba muchas explicaciones del por qué estaba por allí sola, considerando que a su edad no era normal su estado de soltera sin hijos y, más aún, sin planes de “cazar” algún hombre para convertirlo en su marido. Algunas mujeres envidiosas del pueblo aseguraban que ella era una especie de bruja o loca, pero el contacto que Lucile solía tener con la gente callaba rápidamente aquellos rumores sin fundamentos.

En la casa, Lucile poco hablaba con Damian, pues él allí solía ser callado y obediente a las indicaciones de su madre y de su abuela, como debe serlo un niño mimado; quizá tantas feromonas femeninas y las preocupaciones típicas de las señoras lo atolondraban un poco. Cuando Lucile no estaba ayudando en la cocina, se dedicaba a leer los libros de la biblioteca de la casa o a escribir en un pequeño cuaderno azul que la acompañaba. Nadie en el hogar sabía qué anotaba ni para qué, pero era una actividad que parecía darle calma y si por alguna razón no podía tomarse el tiempo que esperaba para escribir se tornaba tensa y preocupada. Era uno más de los misterios que, para los demás, la rodeaban.

Un día cualquiera, Lucile se encontraba leyendo en un pequeño salón de la casa, las demás mujeres habían salido y, además de ella, sólo estaba Damian jugando en algún lugar. Mientras pasaba una de las páginas tuvo la sensación de ser observada, no le dio mucha importancia, pues pensó que el chico pasaba por ahí o estaba por hacerle alguna broma. Pasaron algunos minutos y esta vez no sólo se sintió observada sino que además escuchó una exhalación algo pesada, dio un vistazo sobre su hombro derecho y se encontró con un tigre, un grande y hermoso tigre de mirada acechante.

Pero, ¿qué hacía un tigre allí? ¿cómo entró? ¿de dónde salió?

La única vez que Lucile había visto un animal así fue en su visita a un zoológico estatal hacía ya varios años en una importante ciudad. Sin embargo, éste era un tigre aún más imponente y de una mirada extraña pues resultaba desafiante y, a pesar de su corpulencia, no le inspiraba temor sino que la atraía. Y una cosa más: ella no sabía que los tigres también pueden tener ojos celestes como así los tenía aquél que estaba frente a ella.


Con pasos lentos y amenazantes que parecían calculados por un poder más allá de lo humano y de lo animal, el tigre se acercaba silenciosamente hacia Lucile. Por pura lógica de supervivencia ella retrocedió al ritmo del paso del animal. Bajo el influjo de su estado de alerta logró escapar al primer intento que hizo por atraparla; él tenía la inesperada precaución de no causarle daño a lo que en ese lugar y contexto parecía ser su presa.

Varios intentos hizo el felino por agarrarla sin causarle más daños que algunos empujones hasta que su paciencia terminó. De repente, se abalanzó sobre ella sosteniendo sus brazos con sus dos patas delanteras y mirándola fijamente. Su mirada atravesó hasta su más minúscula célula, produciendo en su cuerpo el estremecimiento de una descarga eléctrica. Lucile sintió terror de sí misma al descubrir que su mirada la seducía y la atrapaba más que la fuerza del animal que tenía encima, sintió placer al sentirse atrapada. Por un momento sintió que deseaba ser su presa, deseaba ser consumida por él.

El tigre trató de hacer algo mínimamente probable entre humanos y tigres, intentó poseerla, pero no como su presa, sino como lo hacen hombres y mujeres cuando se despojan de las barreras de sus prendas y juntan sus respectivas pieles e instintos.

Primera oportunidad, Lucile se niega. Segunda oportunidad, Lucile se suelta. Tercera oportunidad, el tigre ya no es más un animal, al menos no por completo, sino una mezcla entre un apuesto hombre –con los ojos y mirada del felino, cabello a la altura de los hombros y aproximadamente de la misma edad de Lucile- y un tigre.

Lucile es irresistiblemente seducida, no hay sentido común, no hay razonamientos, no hay explicaciones a lo que sucedía en el salón; ella sólo sentía el impulso por ceder a lo que la mirada del hombre-tigre la invitaba. Entonces, él la tomó con más fuerza, mientras ella no se oponía a que le diera vuelta a su cuerpo de frágil liebre y la devorara con las ansias de un hambriento y con la desesperación de un loco. Seguido el final del alboroto, el hombre-tigre se fue y la dejó allí sola, semidesnuda y feliz, ella sentía que se había enamorado de una fantasía que ni siquiera llevaba un nombre.

Después de un breve instante, cuando volvió la calma a su mente y pudo cuestionarse sobre lo que acababa de suceder, se vistió rápidamente y salió corriendo por la casa a buscar al tigre, o al hombre-tigre, él la había fascinado. Con el único que se encontró fue con el chico que jugaba en un pequeño patio interno. Se acercó ansiosa a Damian y le preguntó si había visto a alguien en la casa. En realidad, era lo que pretendía preguntarle, pero quedó muda al constatar el mismo color de ojos, con sus tonadas y señales, en los ojos del chico, sólo diferían en la forma de mirar: en frente tenía una transparente mirada de niño. No dijo nada, se sintió confundida, había tenido muchas emociones por el momento, dio media vuelta y se alejó.

La noche de Lucile transcurrió con un caos de preguntas en su cabeza y, a la vez, extrañando al hombre-tigre. Durante la madrugada, cuando por fin había logrado dormirse, su tan esperado amante irrumpió en su habitación. Verlo la seducía tanto que la hacía olvidarse de lo insólito y descabellado que era aquel encuentro, pero se sentía tan atraída, tan llena de vida y emoción que prefería dejarse llevar, olvidando todo lo aprendido y lo correcto que aún quedaba en ella.

Al principio, las noches se convirtieron en su escenario predilecto. Jamás hablaban, se miraban como en un estado hipnótico e irracional y se tocaban, disfrutando la calidez de cada roce. Con el tiempo, él empezó a buscarla en cualquier momento del día, en cualquier lugar de la casa y ella lo esperaba permanentemente, queriendo adivinar dónde y cuándo haría su aparición. La pasión inagotable no disminuía con el paso de los días, por el contrario, el lenguaje compartido de sus cuerpos los aferraba cada vez más.

Lucile se mostraba incansable. Todos estaban sorprendidos con el ímpetu y emoción con que ahora ella actuaba. No era perezosa pero el impulso que la movía en esos días era aún superior. Quería estar muy activa y participar de todo evento que surgía, hasta llegaba a parecerle a algunos un tanto metida. En la casa, las mujeres sospechaban de un romance, pero jamás hubiesen imaginado que el objeto de su amor y alegría era alguien tan poco creíble como un tigre que aparecía sin ser llamado en los rincones de su propia casa.

Ideas dispersas comenzaron a dar vueltas en la cabeza de Lucile, una era querer saber cómo el hombre-tigre sabía cuándo no estaban las mujeres en casa o cuándo estaban todos dormidos para aparecer de la nada. Necesitaba saber dónde vivía y a dónde iba después de estar con ella. Decidió que lo seguiría cuando partiera del próximo lugar en el que la sorprendiera.

Esa tarde, él llegó a la cocina, como en otras ocasiones. Se miraron, se besaron y sonrieron juntos. Después de fundirse en el abrazo esperado, él volvió a besarla con sus hermosos y suaves labios de humano, le dio una de esas miradas celestes que la paralizaban a la vez que aceleraban su corazón y su respiración y salió. Apenas con un camisón y con mucha cautela ella fue tras él, viendo cómo poco a poco perdía su apariencia humana y se hacía más tigre. De su figura esbelta de piel clara emergían rápidamente el pelaje felino, las uñas filosas y la posición de un cuadrúpedo.

Lucile continuó su persecución viendo que el tigre se dirigía hacia la habitación de Carla. Por un instante temió que ella hubiese regresado, después se tranquilizó al recordar que junto a la puerta principal de la casa no estaba colgado su abrigo, señal de que ella continuaba afuera.

El tigre entró, ella se asomó con cuidado de no ser descubierta a través del marco de la puerta y allí estaba Damian. Solo. Lo miró extrañada y más grande fue su sorpresa cuando en el rostro redondo y pecoso del chico vio la mirada de otro, otro mucho más cercano a un tigre que a un humano; descubrió que era la misma mirada de su amado. En un mínimo espacio de tiempo, como la última flama de una vela que se extingue, desapareció la sensualidad de ese par de ojos para adoptar el brillo infantil que siempre estaba en los ojos de Damian. Lucile pudo apenas acertar a preguntar: “¿Qué has estado haciendo todo este tiempo aquí solo?”

Damian le respondió: “Lo que puedes ver, Lucile, he estado jugando bajo la cama de mamá, que es más alta que la mía”.

Ella corrió a su habitación, se encontraba perpleja, no podía ser cierto todo lo que le ocurría; pero cómo no serlo, si nada de su historia, desde que entró un animal salvaje a su casa y a su vida, era normal. ¿Cómo concebir siquiera posible en un sueño que el tigre, el hombre y el chico fuesen el mismo ser?. Cómo aceptar que el hombre-tigre del que ella estaba profundamente enamorada era también ese mismo pequeño que ella veía como un sobrino. Entendió que debía partir. Había asumido un alto riesgo al enamorarse de un tigre pero todo lo que ahora tenía en frente era demasiado.

Tomó sus pertenencias, dejó el dinero del alquiler sobre la mesa de noche de Carla y se retiró.

Cuando estaba bajando las escaleras de la entrada llegaron las mujeres de la casa. Carla se sobresaltó y la cuestionó por dejar solo al niño en casa. Cuando ella intentó contestar cualquier cosa, la abuela, notando la bosa de tela que Lucile llevaba en su espalda, le preguntó a dónde pensaba ir y por qué se iba sin despedirse.

Lucile, con el corazón y la mente vueltos una parra frutada, pensó un momento cómo sortear el hecho de dar alguna explicación sin que pareciera grotesca o sin ser tomada por loca, así que contestó: “tengo algo de prisa. No había querido decir nada, pero estoy muy enamorada de… un tigre, perdón, de un hombre que tiene un tigre y que vive en el bosque que está después del puente. Así que voy a buscarlo para vivir con él”. Todas sonrieron y felicitaron la suerte de Lucile, restando importancia a su acto de escape de la casa, no sin que antes la abuela interviniera para decirle “querida, ten cuidado, recuerda que estarán en pecado mientras no contraigan nupcias, y ¡más vale que estemos invitadas!”.

“Por supuesto”, respondió Lucile y apresuró la despedida para poder irse.

Unos metros después les dijo: “¡un saludo para Damian!”.

Cuando las posibilidades se reducen, se es desterrado por las circunstancias y aún las piernas funcionan bien, sólo resta caminar. El camino siempre se extiende hacia otros, a veces es liberador, todo depende del plan de ruta. Así se encontraba Lucile a sus 26 años, partiendo de Évol, con el corazón roto y la cordura cuestionada, con una bolsa de tela color marrón y en ella todo lo que tenía en el mundo: algunas pequeñas prendas femeninas, dada su contextura delicada, unas monedas y un poco de comida y agua.