sábado, 22 de abril de 2017

Parir conscientemente

Investigar a fondo sobre el hecho de parir no podía ser la excepción para alguien quien, como yo, se cuestiona todo, le gusta estar informada en detalle y se toma a conciencia cada decisión que debe asumir. Así fue que me embarqué en esta maravillosa experiencia del parto consciente, respetado o humanizado.

Mi hija nació en casa, el trabajo de parto fue compartido con su padre y fuimos todos guiados en el proceso por un grupo de tres sabias parteras (Alexandra, Mónica y María). Las contracciones continuas tuvieron una duración de aproximadamente 10 horas hasta que nuestra pequeña decidió por sí misma honrarnos con su aparición en escena; fueron dolorosas, no lo voy a negar. Sin embargo, forma parte de lo que implica parir y siempre admití que el día en que tuviese la oportunidad de hacerlo quería que fuera tal y como la naturaleza llama a hacerlo, quería experimentar en carne propia lo que es dar a luz, sin anestesias ni procedimientos médicos innecesarios, con todo el amor e intimidad y con todo el instinto. 

He comenzado este escrito por el momento cumbre del nacimiento, pero éste no hubiese sido posible sin todo el proceso de búsqueda y conocimiento que, como madre primigenia, viví desde el momento en que supe que estaba embarazada. 

Al haber vivido durante varios años fuera del país tuve la oportunidad de conocer acerca de conceptos como el parto respetado. Incluso tengo amigas que han sido líderes de toda una lucha social alrededor del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y sobre cómo desean que sus hijos vengan al mundo. Tuve la fortuna de ver sus triunfos al lograr que sus derechos y peticiones se integraran a la agenda pública y se convirtieran en leyes nacionales. Infortunadamente, ello es algo que no se ha logrado aún en Colombia, pues estos términos ni siquiera existen en nuestra legislación y a diario se vulneran los derechos de las mujeres con prácticas obstétricas violentas que están normalizadas y con prejuicios con respecto a la decisión de parir en casa. Me da tristeza decirlo, pero hay mucha ignorancia al respecto en nuestro contexto y ello da pie a que sigan vigentes prácticas que ya ni la misma OMS (Organización Mundial de la Salud) aprueba así como argumentos medievales a la hora de traer los hijos al mundo. Las colombianas, en su mayoría, ni siquiera conocen sus cuerpos ni lo que ocurre con ellos y con sus emociones cuando están embarazadas, cuando dan a luz y en el posparto o puerperio. Y si hay algo cierto es que, como dicen por ahí, la ignorancia hoy en día es una elección, pues salvo con algunas pocas excepciones, hoy contamos con un amplio acceso a la información.

Retomando, cuando supe que estaba embarazada comencé mi búsqueda de un grupo de parteras que me acompañaran y guiaran a parir junto al papá de mi hija en nuestra casa. En el proceso me encontré con las carencias que ya mencioné acerca de nuestra legislación, encontré que para el caso de Bogotá contamos con algunos grupos de partería urbana y, además, me encontré con un millón de críticas y cuestionamientos de parte de muchas personas con respecto a mi decisión “loca”, “irresponsable” y “hippie” de parir fuera de una clínica. Nada más distante de estos adjetivos, estas personas no comprendían que lo que buscaba era ejercer mi derecho de parir conscientemente: en mi espacio seguro, con la compañía del padre de mi hija, sin episiotomía, sin anestesia ni inductores de dilatación, en los tiempos de mi bebé y no en los de la agenda de alguna clínica, sin costuras, sin prisas, sin fórceps, sin tactos y en posición vertical (con el apoyo natural y evidente de la fuerza de gravedad). 

En mi búsqueda mi intuición me llevó a confiar mi proceso al grupo de parteras de Katoni Piru. Ellas compartieron conmigo sus conocimientos y experiencia, el aprendizaje fue inmenso e invaluable. Su acompañamiento no fue sólo a nivel de mis cambios físicos sino que implicó todo un acompañamiento psicológico, simbólico e incluso espiritual. 

Durante mi embarazo los temores de mi familia me llevaron a dudar en varios momentos acerca de si realmente quería parir en casa o bajo la seguridad de una clínica, al fin de cuentas estaba pagando uno de los más costosos y, por ende, de los “mejores servicios médicos del país”. En un punto estaba tan confundida que no sabía si estaba equivocada y si quizá mi familia tenía razón, a pesar de saber que todo mi embarazo fue perfecto y de que mi parto sería, como me decía el obstetra, de “bajo riesgo”.

Curiosamente, la respuesta a mis dudas la encontré en una clínica muy prestigiosa de Bogotá. Allí llegué un día a la sala de urgencias con dolores de cabeza y en mi panza. Los dolores bajos resultaron ser contracciones, del orden de 5 a 6 cada media hora. De acuerdo con los médicos, estaba a punto de dar a luz y debía quedarme hospitalizada, pues estando en la semana 36 era algo apresurado. Ellos decidieron entonces inyectarme una medicina que, en teoría, reduciría el número de contracciones que estaba teniendo. Dicho químico me produjo unas reacciones horribles: mareos que no me dejaban parar de la cama, terribles dolores de cabeza y, lo peor, una subida de tensión que jamás había tenido en mi vida. A pesar de ello, la decisión médica fue aumentarme la dosis, según ellos porque eso funcionaría con mis contracciones y, por ello, debía aguantarme lo que estaba sintiendo. No obstante, las contracciones sólo bajaron a 4 y los médicos concluyeron que eran “falsas contracciones” y que debía irme a casa y conservar quietud. La verdad es que, a consecuencia de todos los medicamentos que me dieron (más de 3 diferentes) salí de allí sintiéndome peor que cuando entré. Conclusión evidente: “le guste o no a mi familia, no son este tipo de prácticas las que quiero para mi parto… me voy a parir en mi casa”; y esto sin mencionar un par de batallas que debí enfrentar con mi EPS, sí, la costosa.

 Hoy, después de un mes y medio de parir y con mi pequeña en mis brazos, considero que tomé la mejor decisión. Mi bebé nació como yo elegí. Tuve una rasgadura en el parto que sanó rápidamente con los cuidados y recomendaciones de las parteras, lo que demuestra que prácticas como la episiotomía y la costura vaginal, con sus respectivas molestias y dolores, son innecesarias. Fue un parto natural, hermoso, laborioso, íntimo, amoroso y místico; tal y como yo lo quería y como sé que mi bebé lo esperaba.

Hoy en día sigo batallando con la EPS porque “la ignorancia es atrevida” y aún su sistema no está preparado para el reconocimiento de los partos en casa, en síntesis, no está adaptado para el reconocimiento de derechos. Para las EPS quienes -a pesar de estar registrados y financiando su sistema- deciden con autonomía cómo llevar su proceso de embarazo y parto quedan automáticamente excluidos de su rígido sistema, el cual básicamente no aprueba seres humanos que son capaces de cuestionar y tomar decisiones. En pocas palabras, el sistema médico colombiano vive y reproduce el atraso de una legislación que no protege los derechos de las gestantes, como sí existe en otros países. 

A pesar de estas batallas no me dejo quitar la felicidad que hoy me invade al ver a mi hija y al haber confiado en las parteras para acompañar el proceso más transformador, consciente y contundente de mi vida. Seguiré peleando con dignidad con el sistema hasta que mis derechos sean considerados e informando a otras mujeres sobre las alternativas con las que cuentan y sobre sus posibilidades de decidir y de parir conscientemente.

domingo, 9 de abril de 2017

Bienvenida Vera Sol


A una colorida casita del tradicional barrio de Palermo llegaste, mi preciosa hija, como un destello de sol una mañana de marzo. Mientras tanto, ríos internos brotaban por las ventanas de aquel lugar: los elementos de la naturaleza se reunieron en un mismo tiempo y espacio para darte la bienvenida. Todo un caos inenarrable de fuerzas poderosas que anunciaban la paz que vendría contigo.

Entre instinto, fuerza y sudor, mágicamente te abriste paso a la vida. Sin dar espera, con tus danzarinas manos suavecitas abriste el gran telón, revelando rostros y verdades y cambiando aquellos planes de los que nos creíamos tan convencidos.

Tu arribo fue un evento más que particular, místico, sin precedentes. Por razones que espero algún día terminar de comprender, me fui lejos y debí atravesar valles oscuros para volver a ti. Una lucha entre luz y sombra se desplegó, conectándonos con otras realidades. Seres protectores debieron hacer lo suyo para traerme de vuelta. Tú, apenas recién llegada, sacudías inocente el viento y el fuego de ese día inolvidable que dejó atónito a tu padre y sin palabras a las mujeres guías que nos acompañaban. ¿Qué más sorpresas traes, asombroso ser de luz?

Crece nuestro amor cuando observamos cada uno de los ensayos de la hermosa sonrisa que llevarás. Eres infinitamente bella, dulce y apacible. La tierra se ha sacudido con tu llegada y nuestras vidas ya no son las mismas, hay más brillo y esperanzas, llegaste para transformarlo todo. Como tu nombre, eres verdad, fe y luz.

Gracias por siempre.

Te venero, hija mía.

domingo, 18 de septiembre de 2016

El amor crece

... Septiembre de 2016
He vuelto a maravillarme al observar cada uno de los mágicos impulsos que la vida mueve en ti. Ver semanalmente el aumento en la redondez de mi panza e imaginar qué sientes allí adentro. Verte crecer imparable a la vez que mi alma engorda contigo de felicidad. 


Es un hecho, el amor ha germinado en mí en la forma de un pequeño pero fuerte ser humano. Mi cuerpo cambiante me recuerda a diario que yaces en mí con tu inmensa paz e inocencia. Tu llegada a mi vida alimenta mi esperanza en seguir construyendo un mundo mejor. Sé que tú vas a ser el mejor constructor de esa realidad por la que papá y mamá hemos trabajado, tendrás los mejores ejemplos, el amor y el apoyo que precises. 

Pensar que nunca fuiste parte de mis planes y ahora eres mi mejor plan, mi más grande ilusión. La primera vez te vi a través de una pantalla, parecías saludarme desde esa ventanita acuática. Y te veías tan perfecto, tan activo, tan hermoso. Si había cosas en las que había dejado de creer, tú me lanzaste de un sólo tirón para volver a creer. 


Te daremos las herramientas y las alas para que seas un ser libre y consciente, llevarás contigo los colores que más atraigan a tu almita aventurera, serás un guerrero y caminante de la vida, la naturaleza será tu aliada. No pretenderás ser una princesa ni un robot, ya el mundo tiene bastantes de ellos. Te llenarás de barro y aprenderás a limpiarte, como hemos debido aprender a hacerlo tantas veces en la vida, lo harás con sabiduría cada vez que necesites, con la convicción de que no hay mancha que dure eternamente en el corazón. 

Tantas nuevas lecciones traes contigo, eres tan brillante que incluso antes de saber que vendrías pude ver tu luz que nos atravesó con un rayo. Todo fue más claro cuando entendí que ese destello anunciaba tu llegada a nuestras vidas. ¿Qué más traes contigo, pequeño gran trozo de cielo? La felicidad nos desborda mientras ansiosos te esperamos. Una nueva y maravillosa historia empieza a escribirse contigo.

martes, 17 de mayo de 2016

El hombre de los 500 libros

... mayo de 2016

Alí no era árabe a pesar de su nombre. No fue pintor a pesar de su alma de artista y de haber dejado bellas obras hechas durante su infancia, optó por el camino práctico, aunque no fácil, de ser un hombre de negocios y un líder con cierto poder. Su vida estuvo llena de contradicciones y, principalmente, de lecciones dejadas a otros, incluida esta persona que escribe aquí al recordarlo.

Su infancia fue modesta, viviendo en pequeños pueblos en medio del campo y alejados de la acción. Su necesidad de vivir lo llevó a trasladarse a grandes ciudades y a ganarse el respeto de muchos, un día resultó obteniendo el título de Capitán de las fuerzas navales de su país. Era el apuesto joven consentido encargado de administrar el lujoso fancy-side de dicha institución. Su labor era la de estar a la cabeza de los finos salones y caprichos del Club naval.

Por esos días de abundancia económica decidió que una buena inversión era la de comprar libros. Compraba bestsellers que no leía por completo. La mayoría de ellos los guardaba “para después” en la genial biblioteca que estaba edificando. Tenía la idea de pasar una vejez rodeada de la mejor literatura y de la calma del ocaso de su propia vida. Aún le quedaban muchos años de vital juventud.


Con los años su biblioteca se llenaba con más aclamada literatura mundial que incluía los premios Nobel de cada año, los Pulitzer, Cervantes, entre otros. Pensaba que seguramente al llegar a los 500 libros ya sería hora de dedicarse a ser viejo, de la manera en que él visualizaba su propia vejez. Ya llegaría su tiempo de leer sin parar, del descanso de una vida agitada.

Durante su vida adulta, se casó dos veces y fue padre de varios hijos. Su mayor temor se materializó al vislumbrar espíritus libres en los dos menores de sus hijos, era bien sabido que eran los más queridos de los seis que tuvo en total. En realidad, quería protegerlos del alto costo que implican la libertad, el amor por las artes y por la humanidad: uno, le salió músico y chef y, el otro, sociólogo y artesano. Y Alí que siempre evitó el despliegue de su propia libertad, siempre se esforzó por ser el hombre perfecto para la opinión pública y para la correcta sociedad de hombres capitalistas en la que eligió moverse. Fue materialmente próspero, sí, pero dejó de ser feliz muchas veces.

Tanto trabajo por mantener su status le permitió desarrollar varios de los muchos talentos con los que había nacido; sin embargo, lo llevaron a enfermar cuando apenas había alcanzado los 50 años. Y ahí sí que empezó su batalla, un cáncer se encargaba de recordarle a diario lo efímera y a la vez tan valiosa que es la vida. Se negaba a dejar a sus hijos y a la mujer de su vida, veinte años menor que él. Fueron tiempos tormentosos para él y su familia, él dejó de alimentar su colección de libros y dejó el cigarrillo, hábito que lo acompañó desde sus 16 años. Hasta permitió que los médicos experimentaran con tratamientos novedosos que ponían a prueba las fuerzas que aún quedaban en su cuerpo. Tal era su temor por partir, tal era su abrazo a la vida que logró mantenerse a flote durante varios años, entre recaídas y triunfos, entre realidad y pérdida de cordura, entre el amor y su eterna incapacidad de expresarlo. 

Después de once años de supervivencia, a Alí le sucedió lo menos esperado. Un día se despertó con la sensación de que veía “mosquitas” que volaban a su alrededor. Con los días sentía que éstas se hacían cada vez más grandes. Fue al médico a que revisaran sus ojos, pero volvió a casa sin saber exactamente de dónde habían venido esos animalitos voladores a posarse en sus ojos verdes manzana. Un día cualquiera, muy pronto, las moscas imaginarias aumentaron tanto su tamaño que simplemente él dejó de ver. Más exámenes médicos y la triste conclusión de una metástasis del cáncer en sus dos ojos. Alí estaba completamente ciego.

Los libros yacían en la biblioteca esperando el día en que su anciano dueño diera vuelta a sus páginas, su existencia de papel había perdido sentido. Alí debió aprender a depender de su oído y de su tacto, una vieja radio se convirtió en su permanente compañera. El hombre de los 500 libros lamentaba no haberlos leído antes, no alcanzaba él a imaginar la infinita lección que dejó a sus hijos.

Ellos maduraron de golpe, desplegaron sus espíritus libres a los que él tanto quería proteger. Entendieron como un baldado de agua que la vida es hermosa y corta, que las postergaciones de sueños son su propia aniquilación. Que más vale una juventud bien vivida que tranquila. Que los planes para el gozo de la vejez o de la posteridad los podemos empezar a realizar ahora, ¿por qué esperar? No se trata de vivir con prisa, se trata de hacerlo con pasión, sin dañar a nadie, disfrutando el desglose de cada latido como si nunca fuésemos a llegar a viejos: viajar, jugar, reír, llorar, darse a los demás, caer y volver a empezar, crear, saborear, leer, sentir... lanzarse a la vida sin paracaídas para obligar a nuestra propia existencia a desplegar las alas que necesitemos en el camino.


… para ti Papá, eternamente mi guía.

viernes, 18 de marzo de 2016

La semilla

... marzo de 2016

La fuerte semilla a la espera de germinar. Ni todos los fuegos ni todos los vientos pudieron debilitar su poder de vivir. Hasta ahora no habían sido suficientes el agua, la intención de quienes la sembraron, el calor del sol, ni los nutrientes de las varias tierras que la habían resguardado.
La semilla sintió alguna vez que estaba muerta, hasta que descubría una y otra vez que el hecho de sentir ya era señal de su existencia vital. Esos eran eventos de racionalidad graciosa, no era fácil para la semilla pues no contaba con evidencia, sólo intentos fallidos que acaso resquebrajaban alguna de las pequeñas capas superiores de su corteza brillante.
Ya llevaba sus décadas a cuestas y el viento parecía no arrastrarla al lugar adecuado para crecer por fin. Un par de veces sintió ahogarse y morir en fuentes de aguas profundas, enceguecida, paralizada, sin esperanzas, pero fuerzas que nuca pudo explicarse se encargaron de lanzarla a flote y de secar su superficie a punto de pudrirse.
Con el tiempo, con tanto viaje y experiencias, su color y textura cambiaron un poco: no por ello menos bella, no por ello menos fuerte. Parecía que cada caída o cada nuevo viento la fortalecían. Más curiosidad generaba en aquellos quienes al no verla germinar la rechazaron lanzándola incontables veces, ¿qué podría, finalmente, germinar de ella?


Un día cualquiera la semilla fue a parar, gracias a las curiosidades digestivas de un ave pequeña, al borde de las raíces de un gran árbol de chicalá, un nativo más de esas tierras dulces. Su sombra amarilla cobijó su caída y al mismo tiempo su incertidumbre ante el nuevo lugar desconocido. Con el paso de los días se sintió extraña, le dolía la panza, le salieron alas que no eran alas, sentía su pequeño cuerpo de semilla cada vez más pesado, también cada vez más cómodo en aquel lugar. Su corteza fuerte se agrietó, quedando apenas trozos que colgaban de sus nuevas extremidades. A pesar de las evidencias, a pesar de la pérdida de expectativas frente a su germinación, el milagro estaba sucediendo. La semilla recibió por fin lo que precisaba para darse a la tarea de crecer y de vivir, de dar frutos y resguardo.
Nunca se está del todo inerte, nunca se está del todo muerto y ello aplica también para las emociones. No todo está perdido donde hay lugar para las fuerzas de la vida y del amor.

lunes, 29 de febrero de 2016

¡Oh, no! El amor anda suelto

La aterradora vuelta del amor en la puerta de su casa. El deseo irrefrenable de poner todas las cerraduras ante la proximidad de su entrada. Uno, dos, tres pasos atrás, la respiración agitada, ¡oh, no! ¡panic attack!


Cómo sanar la dificultad de volver a creer, no en el algo sino en el alguien… de volver a sentir con la misma inocencia en que se sintió años atrás, sin prevenciones, sin prejuicios, sólo por el placer y alegría de sentir una fuerte atracción por alguien. Y ahora llegan ambos al mismo teatro un tanto golpeados y desajustados y ante la presencia de algo que parece será especial el pánico los atrapa y optan por la negación, una respuesta tibia ante el hecho inusitado de querer huir… una breve evasión a través de una excusa sin importancia, como cuando ella decide no responder a sus mensajes en el teléfono, sólo porque preferiría que el libro que lleva en sus manos le importara más que lo que su interlocutor en espera tiene para decirle.


¿Quién acaso desea vivir el encanto de dejar besos en algún papel pegado sobre la puerta de la heladera? ¿Quién ante el disfrute de su independencia desea compartir el café caliente en la mañana? ¿Por qué se le ocurriría siquiera necesitar sentir el aire cálido de la respiración de un ser humano compartiendo su mismo lecho? ¿Por qué querría dejarse atrapar de nuevo?

Pretender encontrar el objeto perdido entre ríos de objetos perdidos y al hallarlo por fin ya no quererlo más, como si fuese tan sólo un capricho más del corazón y de la vida. ¿Dejar de pensar? sí, pero ¿dejar de... sentir?

Había vuelto a sentir el impulso de escribir algo más que sus acostumbrados textos académicos, esa era en sí misma una señal de alerta. Su mundo casi perfecto, otra vez, en riesgo. Y ahora indefensos, atrapados y completamente envueltos en un matorral de emociones se ven enfrentados cara a cara, viéndose cada uno reflejado en el rostro del otro; temerosos de soltarse y deseando a la vez tener la fortaleza para volar lejos. Es lo que sucede después de cierta edad cuando se percibe que el amor anda suelto y está muy cerca. ¿En qué momento permitieron que saliera del refugio que ambos le habían edificado algún día?



sábado, 12 de septiembre de 2015

A brillar, mi amor

Apenas a unas horas de cumplir “la edad de Cristo” confieso que siento una dicha infinita, no a causa de algún tipo de espíritu de celebración por mi cumpleaños sino porque recibo esta fecha rodeada de gente hermosa que adoro y de montones de bendiciones que me han permitido ir vislumbrando los profundos sentidos y respuestas por los que había venido preguntando al Universo durante los últimos, creo, dos años. De hecho, gracias a estas respuestas de la vida me siento aún más joven, vital y llena de fortaleza que antes… y es algo que los demás también notan. Al respecto, me han sucedido varias situaciones bellísimas y emocionantes con personas desconocidas en la calle. Supongo que algo especial está sucediéndome y por esto estoy agradecida con la vida.

He aprendido que cada vez tengo menos cosas por qué quejarme y sí más aún por qué agradecer. Cada vez que he necesitado una mano amiga han aparecido varias acompañadas de grandes voluntades, cariño y sonrisas. Y pensar que hace un año lloraba por las experiencias difíciles que se me presentaban, por la mala actitud de seres a los que amaba y por no entender por qué me sucedían tantas cosas tan adversas. Hoy entiendo que eran lecciones y distancias necesarias para mi propio aprendizaje, para ver la vida de una forma más simple y feliz y para atraer seres maravillosos que también están en una sintonía similar.

Hoy hago lo que quiero y lo que siempre soñé, estoy cerca de los que más amo, me siento libre, espontánea, brillante y graciosa. Siento que sigo dando mi amor a lo que hago y que con ello siembro poco a poco semillas para un mundo mejor. Y puede sonar idealista y pretencioso pero cuando uno ha sabido elegir su camino éste se despeja por sí solo y da la seguridad de que todo puede ser aún mejor. Todo esto suena tan confuso como el Zen que sólo puede comprenderse si se vive, y tengo la convicción de que lo que apasiona es lo que vale y por este valor hay que lanzarse sin tregua y creer en los impulsos más vívidos del corazón. Somos luz, dejemos que brille con toda su fuerza… como aquella canción: “¡a brillar, mi amor!...”.

Ahora a celebrar los años que pasan, lo que ganamos y lo que dejamos en el camino, nada se pierde. Quién hubiese creído que llegaría a esta edad cuando uno de mis “objetivos” adolescentes era vivir sólo hasta los 30. Ahora me da mucha risa mi propia ingenuidad. No puedo parar de celebrar el hecho de estar viva, realmente viva, pues hay por ahí tantos “caballos que se mueren potros sin galopar”, tener el privilegio de vivir es la mejor oportunidad de construir la propia felicidad y de darse a otros para que también lo logren.

¡Muy feliz nueva vuelta al padre Sol! 

jueves, 30 de julio de 2015

De amor y sexo… Con los muertos o “paquetes” en la mochila II




Este texto puede considerarse una continuación de mi anterior entrada en este Blog, esta vez nutrido por algunas charlas que he tenido con amigos y amigas con respecto a esta dupla temática que “nos hace la cabeza” a todos: amor y sexo

Hace algunos días, el tema se convirtió en motivo de debate en una de esas redes sociales que todos frecuentamos, hubo opiniones encontradas y diferentes experiencias personales sacadas a la luz. En lo que sí coincidimos hombres y mujeres fue en nuestro cansancio hacia la banalización del sexo al que tenemos que enfrentarnos: éste constituye cada vez con más frecuencia un medio de manipulación y de empoderamiento desigual. Nuestras propias libertades ganadas (las de las mujeres) sólo han cambiado las maneras de continuar haciendo transacciones con nuestro propio cuerpo, a través de construcciones sociales de femme fatale, de figurillas porn, de diosas del sexo... ¡ah! Lo olvidaba, por supuesto también de tradicionales reproductoras, con las consecuencias inherentes al uso del poder y manipulación que se da en la generalización de familias monoparentales, sin embargo esta última clasificación es otra cara del tema sobre la cual no trataré aquí pues ya la he incluido en otros textos. 

Pero ¿qué nos queda de tanto goce? Al parecer tanto para ellos como para nosotras, muchos sinsabores y una importante y casi inalcanzable elevación de expectativas: ahora se nos dificulta amar, a pesar de ser éste un ideal de reciprocidad que la mayoría anhelamos. Parece contradictorio pero no es así, la esperanza y el temor nos condicionan y ambas responden a nuestras, en ocasiones, infortunadas experiencias. 

Hay historias de alfombras color rosa y de vinilos con mensajes de amor en la pared, de foto de portada, de recuerdos intermitentes y espontáneos, casi fantasmales; de olvidos intencionales, posibles e imposibles, al fin y al cabo, historias que nos han llenado de armas -el arsenal del caído en múltiples batallas- y que también nos han dejado desarmados. Los duelos completos son procesos molestos pero necesarios. La mayoría de las veces veo a hombres y a mujeres que saltan de una relación a otra sin haber sanado del todo o en lo más mínimo los dolores de anteriores relaciones. Y eso de “un clavo saca a otro clavo” está bueno para filosofías livianas de adolescentes, pero no funciona bien para personas a las que un determinado número de años les ha otorgado una mayor cantidad de experiencias profundas y, por ende, cierto grado de “madurez” (aunque no me guste mucho citar esta palabra ambigua). 
Y encuentro que muchos, muchos, no se dan el gusto de vivir uno o unos buenos duelos antes de involucrarse con otras personas. Todo esto lo digo asumiendo un escenario de relación de honestidad mutua en la que hay un cierto nivel de claridad en las reglas del juego de los integrantes de la nueva relación, en la que no hay mentiras u ocultamientos con respecto al estado de “soltería” de alguno de los dos. Pues no faltan los que niegan que tienen una pareja (desde hace un par de años), con final inconcluso o no, para obtener los beneficios de relacionarse con otra persona. 

Pero, volviendo al tema del sexo, hay que admitir que no hay nada como hacerlo sin la mecanicidad del acto que otorga el amor. Si bien el fin último del sexo no tiene que ser la reproducción, tampoco tiene que ser el sexo el medio ni el fin último de las relaciones entre hombres y mujeres. No pretender entablar una relación “seria” o de noviazgo con un chico no implica que las mujeres sólo busquemos tener sexo con él ni que, directamente, él no nos interese. Al igual que “estar soltera” no es una señal ni indicador de “estar disponible”. 

Pero, más allá del sexo, he notado que temo las señales, en especial cuando expresan un interés que parece ser genuino. Tanto “histeriqueo” masculino en respuesta a nuestra “liberación” femenina, me ha vuelto un ave asustadiza, como un frágil pero muy ágil colibrí cuando de escapar se trata. Me he convertido en una especie de escapista de promesas de amor y puedo ver que algo similar le sucede a varios de mis amigos y amigas, después de tantos desencuentros. Aclaro que no por esto dejamos de ser unos románticos ni unos eternos enamorados (¡o adictos!) del amor.

Después de este encadenamiento de frases un tanto desencadenadas de hoy, puedo afirmar con certeza que vivo una hermosa etapa de mi vida en la que no me interesa complacer a nadie y por eso estoy soltera, porque así lo he elegido y me siento muy tranquila, liviana y orgullosa de ostentar este “estado” que en varios años poco experimenté. No me veo en la necesidad de expresar un interés romántico o de coqueteo hacia nadie, simplemente porque hasta el momento no hay alguien que me despierte esas emociones. Si aparece (mi bien llamada “alma gemela hippie”), ese ya es otro cuento, pero por ahora disfruto mucho de mi ausencia de compromiso. Mis anteriores relaciones “importantes” fueron agotadoras y es muy gratificante ahora tomarme mi tiempo para seguir creando mi camino con los matices y colorinches que sólo a mí me gustan… creo que por fin entendí que no necesito los halagos o mimos de otro para sentirme completa y feliz con la vida, no necesito alimentar mi ego porque éste ya no está hambriento de atención.

Ojalá todos pudiésemos ser conscientes de nuestra propia completitud para, en ese caso, sí pensar en algo como la complementariedad.

martes, 26 de mayo de 2015

Con los muertos o “paquetes” en la mochila


... mayo de 2015

Hace algunos días fui a ver la obra de teatro de una amiga, titulada “Paquetes para el amor”, una muy buena producción con un libreto elaborado por los mismos actores y que trataba de una forma cruda y directa sobre un tema que todos hemos disfrutado y padecido: sí, el amor de pareja… ¡ah! El amor (no pude evitar incluir el infaltable suspiro).

La obra, ¡excelente! Mezcla de danza contemporánea y monólogos con textos vivenciales y desgarradores sobre el amor por estos días que corren. "¿Consumimos personas o paquetes? ¿paquetes o personas?"... consumimos y tiramos, una visión muy Baumaniana y desesperanzadora, pero ante todo realista, del amor. Pero lo más fuerte de la obra, además de sus argumentos, fue el efecto que generó en varios de los que asistimos a verla. Por mi parte, antes de la venia final de los actores ya estaba con la cara empapada en lágrimas, miré a mi alrededor y fui la única.

Luego, terminé la noche celebrando el éxito de la obra (era la última de varias presentaciones de esa semana de estreno) con mi amiga y los demás actores, así como con otros amigos y fans de la obra. Y lo inevitable: el tema del amor y la extraña sensación con la que salimos todos después de verla.

En general, la mayoría relató sus historias de decepción amorosa y de cómo algunos no han podido olvidar a su ex. Pero no me refiero a que guardan en su memoria lindos recuerdos sino que sufren, realmente sufren, el hecho de creer cargar con su ausencia. 

A decir verdad, noté que el problema está en que no es precisamente la ausencia de sus parejas lo que las afecta, todo lo contrario, es su total presencia en sus vidas y pensamientos. El tema es que cuando las relaciones han terminado, las exparejas, al igual que la relación, pasan a ser algo similar a cadáveres. Muerta la relación, muerto el ex. Si se sigue añorando ese ex entonces sucede que quien añora lleva nada más y nada menos que un cadáver en su mochila. Y lo peor, los cadáveres se descomponen y cuando éstos no son enterrados empiezan a oler mal con el tiempo. Y es ese “mal olor” el que hace que con quienes hablé no puedan superar su dolor de haber terminado una relación, aunque haya pasado mucho tiempo. Recuerdo una muy querida amiga que descubrió 6 años después de haberse divorciado que no había logrado superar esa ruptura y que, según ella, esa situación explicaba sus múltiples fracasos emocionales durante esos años.


¡Ja! ¿Y qué decir de los que llevan varias mochilas con varios muertos? 

No todos tienen la misma capacidad de resiliencia, perdón y anulación del ego. Pues en definitiva es el propio ego el que se encarga de abrir constante o eventualmente esa mochila con el muerto. Es el ego que no puede superar el hecho de no ser más amado por el o la ex, el mismo que no supera que el otro pueda ser feliz sin que uno sea el causante; es el mismo que se esfuerza por no liberar el cuerpo y el fantasma de quien se amó. Y puedo asegurar que, en la mayoría de los casos, ya ni siquiera se ama al ex (como el ser humano con cualidades y defectos que es en la actualidad) sino a la idea o ideal de lo que se amó alguna vez.

Pero ahí no termina todo, si la persona que lleva la mochila con el cadáver inicia otra relación, la nueva pareja, tarde o temprano, va a notar el necrótico olor y, peor, va a terminar cargando la mochila del otro. Y allí se fortalece el círculo de sufrimiento de ambos. No es justo poner a otros a cargar mochilas ajenas y lo digo por experiencia porque he caído en la ceguera de no notarlo a tiempo y he terminado cargando mochilas (bien pesadotas) de alguno de mis ex. Aprendí y no lo vuelvo a hacer, es una total pérdida de energía y una ofensa al amor propio.

Enterrar al muerto permite respetar un proceso de duelo y cumple el objetivo de sanar la pérdida. Si lo cargamos a diario con nosotros, no habrá sanación real y tarde o temprano tendremos a nuestra mente anhelando experiencias que ya no necesitamos más o reviviendo momentos y emociones dolorosos que tampoco necesitamos para seguir con nuestras vidas. Siempre van a surgir reclamos mutuos por asuntos del pasado y que no precisamos para nuestras vidas presentes.

De ahí que soltar se hace necesario cuando se termina una relación de pareja. No queremos muertos en descomposición en la mochila. Sólo en muy pocos casos la ruptura se convierte en una relación madura de amistad, pero si estando en pareja con otra persona anhelas con el corazón vivencias de pareja con uno de tus ex con el que afirmas tener una “amistad”: “amigo el ratón del queso”, llevas al muerto pero embalsamado. 

Es por esto que no soy amiga de mis ex, porque soy consciente de que difícilmente sería una amistad honesta. Guardo con afecto los recuerdos de los bellos momentos (sólo en mi memoria porque no conservo fotos ni objetos) y los aprendizajes de los momentos dolorosos. Soy de las que cuando se les muere el amor por alguien no existe magia ni pócima que haga que éste reviva, quizá sea porque mi desamor siempre ha sido fruto de la decepción y ello facilita las cosas para que pueda soltar sin remordimientos.

Me niego a cargar muertos, ni siquiera los que están dispuestos a dejarse embalsamar. Quiero sentirme liviana, ser libre para amar de nuevo y poder hacerlo sin cargas innecesarias. Tengo la esperanza de encontrar mi alma gemela hippie y quiero llegar con la mochila vacía para llenarla con mucho amor (¡¡¡ay!!!! ¡Qué cursi que he terminado esto hoy!).



P.D. Aprovecho para pedirte disculpas, amiga, porque por mi analogía terminaste teniendo pesadillas zombie esa noche, no fue mi intención. ¡Te quiero!

lunes, 11 de mayo de 2015

Los emprendedores en América Latina

Alguien hace poco me sugirió escribir un manual para nuevos emprendedores que se llame “¿Cómo crear un emprendimiento en menos de una semana?”. Así fue el surgimiento de mi nuevo emprendimiento –versión 2015-: llegar a mi país de origen, tener una oportunidad de presentar lo que sé hacer y, entonces, ponerme a correr para darle orden a mi caos de ideas (¡algo innumerable!), tener un nombre, un diseño de marca, un stock de una línea de producto eco-friendly (eso sí que lo tenía claro), conseguir proveedores (con cuyo trabajo yo estuviese de acuerdo y en eso soy un tanto complicadita y selectiva) y una lanzada a las redes sociales… ¡¡¡todo esto en 5 días!!! Y se logró, nació el proyecto, hizo su presentación en sociedad, sigue dando sus pasitos pequeños pero firmes y me llena de satisfacción. Pero lo de la idea del manual la dejo para después, hoy no es mi proyecto sobre lo que quiero tratar aquí sino sobre los emprendedores.


El mundo emprendedor es todo un universo paralelo, somos todos marcianos de una fauna que encuentra su propio apoyo en las ideas de libertad, de superación personal y de hastío hacia el tan mencionado “sistema”.

No hay nada nuevo en eso de emprender, salvo por el uso de las relativamente recientes herramientas tecnológicas y de la comunicación y por la generación de redes de emprendedores que comparten aprendizajes, temores, expectativas y motivaciones de todo tipo.

Pero ¿de dónde viene ese “espíritu emprendedor” que no todos ostentan? De acuerdo con un interesante estudio que publicó el BID en el año 2012, llamado Entrepreneurship in Latin America: A Step up the Social Ladder?*, la iniciativa emprendedora tiene más que ver con valores familiares adquiridos en la vida temprana que con la riqueza precedente de las personas. Esto quiere decir que el espíritu del emprendedor se gesta inicialmente en casa.

Adicionalmente, los investigadores encontraron que, considerando las clases socioeconómicas, los rendimientos del espíritu emprendedor eran sustancialmente más bajos para aquellos individuos cuyos padres pertenecían a la clase media que para el resto; en particular por carecer de la habilidad para asumir riesgos y tomar decisiones de gestión adecuadas.

En el estudio se admite que el espíritu emprendedor potencia la movilidad del ingreso, pero sólo para los relativamente pocos que tienen los antecedentes familiares adecuados, y ciertamente no para la amplia mayoría de quienes provienen de la clase media.

En este orden de ideas, de acuerdo con los autores del mismo estudio, las políticas no deberían estar destinadas a aumentar el número de emprendedores, sino a identificar y eliminar las barreras de ingreso a las actividades emprendedoras. Dado que los emprendedores tienden a ser individuos excepcionales, el desafío consiste en definir los programas públicos teniendo en mente esa restricción, con el fin de no despilfarrar recursos públicos simplemente promoviendo la capacidad emprendedora.

Los resultados del estudio, desde una óptica funcionalmente economicista, parecen desanimar el interés de la clase socioeconómica más amplia en América Latina en términos de una movilidad socioeconómica ascendente. Sin embargo, no se trata de no emprender por no contar con todas las estrategias y herramientas necesarias para hacerlo, sino de fortalecer aquellos aspectos flojos para evitar caer en la desilusión del emprendeurismo y fracasar en el intento, de toda batalla se aprende y hasta los más fuertes pierden alguna. He visto cómo en la constancia e insistencia se observa también la fortaleza de los emprendedores. Además, cabe aclarar que no a todos los mueve el interés de “hacerse ricos” sino el amor por lo que hacen y por darlo a conocer: no todo es dinero, aunque qué lindo poder llegar a vivir de lo que se está convencido y de lo que se ama hacer.

Personalmente, no he desarrollado un estudio sobre el tema aunque muy bien mi profesión me ha habilitado para hacerlo (me lo debo), pero puedo dar cuenta de varias características en común que he encontrado en la gran cantidad de jóvenes emprendedores latinoamericanos con los que he compartido y trabajado durante los últimos años:

- El ya conocido gran amor por lo que hacen
- El convencimiento de que con su trabajo contribuyen a construir un mundo mejor
- El inmenso respeto que sienten por el trabajo de otros que, como ellos, son emprendedores
- Una gran curiosidad y necesidad innata de aprendizaje constante
- La impronta del diseño como un elemento superador en la creación de nuevos productos
- Paradójicamente, el rescate de modos de producción más artesanal
- Por supuesto, una participación constante en las redes sociales para lograr un mayor alcance y el involucramiento en redes de emprendedores
- Profesiones de todo tipo, incluso muchas que no tienen nada que ver con la producción ni con el marketing ni con las ventas.
- Alternan en muchos casos el trabajo de su emprendimiento con algún otro trabajo para lograr un sustento económico suficiente
- Para muchos su hogar hace las veces de taller, oficina, showroom, sala de reuniones, etc.
- La mayoría coincide en que se trabaja más que en un trabajo con horario laboral establecido
- La satisfacción personal de tener un proyecto propio supera el hecho de tener más horas de trabajo, aunque no siempre supera la remuneración que se obtiene en los trabajos de empleo “formal” tradicional
- Ganen o pierdan, “nadie les quita lo bailao” y lo aprendido
- Emprender no es para todos, se requieren: grandes dosis de paciencia, constancia, creatividad, capacidades para asumir riesgos, adaptabilidad a las exigencias y cambios del contexto, tiempo, habilidades comunicativas, muchos buenos amigos y redes sociales así como una familia comprensiva, algunas nociones básicas de gestión, entre otros.

Por varias razones personales en estos días me encuentro trabajando en asuntos relacionados con las actuales certificaciones ambientales. Éstas son herramientas que pueden ofrecer un sustento o justificación reconocida a la labor de emprendedores que, como yo, se encuentran en el tema de la sustentabilidad y la producción eco y orgánica. Próximamente, publicaré un post al respecto no sólo a modo de información sino también de motivación para buscar apoyo en este tipo de herramientas que ofrecen un voto de confianza a potenciales interesados en nuestra manera de trabajar, un plus ¿verdad?. ¡Hasta pronto!


* http://blogs.iadb.org/Ideasquecuentan/2015/02/24/los-claroscuros-de-ser-emprendedor-en-america-latina/

martes, 28 de abril de 2015

Días de Spleen

... abril de 2015

Es aterrador lo oscuro que puede llegar a ser el reflejo del ego de una persona, lo hiriente, dañino y doloroso… sus reacciones y respuestas de ataque son difíciles de llegar a predecir y olvidar por mucho que uno así lo desee.

Esa parte brillante y divina que llevamos todos dentro es capaz de perdonar aún aquellos ataques más atroces, pero, también tenemos una mente terca que trae recuerdos sin que así nosotros lo pidamos. Si bien éstos, en ocasiones, pueden ser imágenes y sensaciones de tiempos mejores caen en la inevitable situación de transformarse en emociones de dolor. ¿Por qué es así cómo funciona? No tengo idea. Tal vez la verdad sea que nos duele más aquello que ha sido bien querido y que nos ha respondido mal. Tal vez sea que a causa de los golpes nos cuesta volver a querer con espontaneidad o naturalidad como ya antes lo hemos hecho. Tal vez, después de tantos tropiezos de nuestro propio ego con egos ajenos aún más grandes simplemente optamos por evadir la posibilidad de un acercamiento sentimental con otros seres, quizá porque nos hemos cansado (la desilusión de insistir en la existencia de utopías), quizá porque no queremos repetir las mismas maneras de tropezarnos (como resultado de los aprendizajes) o, quizá,  simplemente, porque ya hemos perdido la capacidad de creer.

Son tantas la probabilidades, los “tal vez” y los “quizá”, y es tan ambiguo el lenguaje… lo cierto es que ¡es tan ambigua la humanidad misma!. ¿Cómo puede ser posible tanta oscuridad proveniente de seres capaces de tanta luz? ¿Cómo puede el ego humano ser capaz de aplastar tantas posibilidades de creación de belleza… tantas posibilidades de armonizar las diferencias y convivir en relaciones de iguales en las que domine el amor? Es algo que no logro comprender y mucho menos aceptar.

Una parte de mí guarda una pequeña pero aún viva esperanza en que es posible vivir y compartir abiertamente y sin reservas, en que no tengo que cuidarme de cada nueva persona que se acerca a mí con “buenas intenciones”, en que puedo profundizar y entregarme a las relaciones sin temor a salir desilusionada, en que mi ego (al saber que no hay muchas alternativas) no terminará usando a otros de manera trivial para autosatisfacer su propio vacío ni para intentar devolver las piedras que ya ha recibido.

No soy lo que llaman “una perita en dulce”, nadie lo es y eso lo tengo muy claro a estas alturas del camino. Sólo estoy un tanto agotada de los caballos desbocados que pretenden ataviarse arrastrándome sobre sus crines, tengo expectativas más amables sobre mi propio recorrido. Estas emociones me recuerdan un poco el famoso spleen, sí, puede ser que siento un gran hastío por la superficialidad, por la tan común falsedad con bello rostro, por la inundación de egos y materialismo por doquier, por la dificultad que encuentro en romper el falso cristal que nos separa, por sentir que la mayoría del tiempo los humanos nos esforzamos más por exponer una máscara correspondiente con las expectativas sociales que por sacar a flote lo más radiante de nuestras almas que adoran jugar y dar amor.


Sé que no es imposible, aunque es probable que sí sea muy difícil: somos el resultado de toda una estructura cultural individualista, ególatra y banal. Un poco somos los desechos postergados de la Ilustración, los efectos colaterales de la acumulación de capital… los abanderados del sinsentido. ¿Qué le vamos a hacer? El rescate y potenciación de lo humano (instintivo, natural, intuitivo y creativo) que aún nos queda es una necesidad inminente, ¿quién, como yo, se le mide?.

miércoles, 1 de abril de 2015

Entre Tangos



… abril de 2015

Bajo una noche de tonadas graves y melancólicas, en esa ciudad con un puerto de plata, el compás del dos por cuatro empezó a escucharse. El inicial punto de encuentro elegido fue un gran salón que acogía y latía con buen ritmo cada noche; una analogía de ese gran corazón que pendía de su techo a pesar del paso del tiempo y del roce continuo de los cuerpos, los tacos y las notas que visitaban su espacio casi fabulesco.

En medio de una tímida llovizna, llegó ella allí con las flores prometidas. Sería la mujer con las flores que el hombre de camisa violeta (el color favorito de ella) debía hallar entre una no tan masiva multitud de bailarines. No fue difícil el encuentro, se reconocieron y sus sonrisas brillaron de inmediato. Ya la ciudad estaba muy acostumbrada a estos encuentros entre dos que bajo la excusa del Tango atinan, con suerte o no, a conocerse y compartirse. Todos siempre viven tan solos en la ciudad, la ilusión del abrazo transforma la realidad de muchos en apreciados momentos de seducción, juego y cercanía, una aproximación pícara y emocional que evapora la soledad en instantes definidos por cada canción que se deja danzar.


Al principio, mientras la música los atravesaba, ambos se escucharon mutuamente, o al menos eso simularon, como una especie de exploración previa a la entrega al baile. Por fin se arriesgaron y saltaron de la mano a la pista, se abrazaron y su calidez humana y divina se fundió en una sola llama viva. Los dos allí al igual que las otras parejas en escena: múltiples historias entremezclándose en una misma pista, como una especie de paradójica unidad segmentada de edades, cuerpos y pisadas. Dos latitudes hasta ahora lejanas necesitando abrazarse en el baile sagrado de la vida.

Terminado el primer tema, entre risas nerviosas ella le preguntó a él sobre qué hablaban las parejas en ese breve espacio en que muere una canción para dar lugar al nacimiento de otra. Hicieron entonces un buen intento por construir una respuesta a uno de esos interrogantes que no la tienen porque quizá simplemente no la precisan. Sucedía que a ella le inquietaba lo corto que era el espacio de tiempo como para iniciar una conversación o un tema nuevo que quedaría inconcluso e inconexo para ser continuado en la próxima pausa, a la vez que era eterno como para guardar silencio. En general, esos espacios le ocasionaban incomodidad a ella, después de confesárselo, sin saber por qué, no resultó nunca más un momento incómodo, especialmente en los tangos sucesivos que compartió con él.

Desde “La Isla de Capri” hasta “En esta tarde gris”, uno a uno cada Tango se percibía y se dejaba llevar mejor que el anterior. El abrazo se iba sintiendo más confortable y conector. Cada compás despertaba aún más la sensación de cercanía, aunque tuviesen tan poco conocimiento el uno del otro. Este último, a pesar de la curiosidad mutua, era un asunto sobre el que ninguno de los dos tenía prisa alguna. Todo indicaba un efecto natural de comprensión recíproca, desinteresada y rítmica que fluía sin esfuerzos entre la musicalidad de un Tango y otro.

La simpatía y coherencia que su propia cercanía hizo evidente los embriagó por completo, acabando con todas las posibles distancias, etiquetas y temores que podían llegar a existir entre ellos. Al repiquetear de la cuerda del bailarín gaucho en escena, entre miradas y roces confusos, nació el primero de muchos e interminables besos de la joven dupla. Es así que, entregados a la energía del Tango, la pareja de bailarines que esa noche decidió bailar poco cedió a la fuerza de atracción de sus propios abrazos y partió temprano del salón.

Los pocos temas bailados no significaron un fracaso esa noche. Todo lo contrario, fue un acierto del Tango el haberles dado una razón para encontrarse, la chispa debía encenderse aunque el tiempo que quedaba para los dos fuese breve. Estaba en ellos seguir buscando razones para volver a abrazarse e inventar bailes juntos. Era el inicio de una lucha compartida contra el insatisfecho tiempo para que éste no diese un pronto final a la chispa encendida esa noche en aquél salón. Eventos mágicos como este encuentro, así como algunas distancias, historias y letras pendientes por ser escritas, merecen trascender y sobrevivir al tiempo como un buen Tango.

lunes, 16 de marzo de 2015

¿Cómo decir adiós a un gran amigo?

... marzo 16 de 2015
Suelen ser tan inexplicables los propósitos que a veces nos expresa el universo: ¿cómo decir adiós a un gran amigo? 

Este fin de semana la vida me ha abofeteado con un adiós contundente y radical. Un amigo del que hace dos semanas me había despedido, porque supuestamente era yo quien partía hacia otro país, se ha ido infinitamente lejos, así sin muchos preámbulos ni ceremonias. Nunca pude imaginar que ese sería nuestro último abrazo y nuestras últimas risas compartidas. Él siempre inundando cada ambiente con sus risas libres, desinhibidas y tan contagiosas.

En el tren fantasma hace ya unos años
Mi querido amigo, siempre un luchador de la vida que supo perseguir lo que su alma libre lo invitaba a buscar; debió enfrentarse a tantas estructuras sin miedo, con esa sonrisa, esa sonrisa… y esa frescura, dulzura y amabilidad que lo caracterizaron. Confieso que tu partida me ha chocado con la idea de lo efímera y volátil que es esta vida, me resulta un tanto desesperanzador ver cómo seres tan maravillosos como tú se van tan pronto. Todo sería mucho mejor si te quedaras hasta el cierre de este gran bar, hasta que nos echen como corresponde. Supongo que te has ido hacia un escenario más agradable.

Teníamos que haber compartido un rato más ese último día, siempre el tiempo tan corto, tan insuficiente y nosotros siempre tan ocupados, tan pendientes de tantos asuntos sin importancia… ya varias veces nos habíamos despedido con la seguridad de vernos de nuevo en una u otra ciudad ¿y ahora? Te fuiste así y me dejaste esperando ese próximo café aquí o allá.

Es extraño cómo nuestros inicios de ciclos fueron un poco paralelos. Llegamos al tiempo al principio de esos sueños de viajes y aventuras que compartíamos y dimos cierre a los mismos casi a la vez. Debo añadir que tú te tomaste muy en serio eso del cierre de los ciclos (sé que esto te soltaría una carcajada y casi te escucho). Puedo verte siempre feliz, tranquilo, puro, un joven sabio, un corazón brillante. Te voy a extrañar, amigo. 


Espero volver a encontrarte, tal parece que no será en ninguno de los que han sido nuestros lugares comunes. Te quiero mucho, te lo dije ese último día y te lo repito. Te fuiste tan rápido, pero tu luz no se apaga pues queda en todos los que te hemos querido un brillo de esa llama fuerte. E insisto, cómo olvidar tu risa, eso es imposible. Es maravilloso saber que lo que dejaste en todos es alegría y amor, además de muy buenos consejos, fue un verdadero gusto haberte conocido y haber compartido momentos tan valiosos. Buen inicio de ciclo, buen viaje mi Juanpa, es paradójico que te esté deseando a ti prácticamente lo mismo que me deseaste hace apenas dos semanas. Y aún siento que no tengo una respuesta, que logre convencerme, a la pregunta con la que empecé hoy a escribirte. Hasta siempre mi buen amigo y hermano.

lunes, 9 de marzo de 2015

Mi nuevo Proyecto

¡Hola a todos mis queridos amigos!

Esta vez aprovecho el espacio de mi blog para invitarlos a ser partícipes de mi nuevo proyecto, ¡vamos con un poco de publicidad!. Por esas sorpresas y oportunidades de la vida he tenido que adelantarme a su lanzamiento planificado, apenas me he bajado del avión y ¡¡¡esta misma semana ya será su primera “presentación en sociedad”!!!. Así es, estoy contentísima con esto y, eso sí, trabajando como loca para que todo salga precioso.

A algunos les había comentado un poco sobre este proyecto inicial, que forma parte de un gran proyecto que planeo funcione por muchos años en mi país (con y sin mi presencia), todo alrededor de la onda de la sustentabilidad –ya sé que también a veces soy monotemática con estos asuntos, pero ¿qué le vamos a hacer? Cada uno vibra con sus pasiones y ésta es una de las mías-.

¡No más cháchara! ¿De qué se trata? De mi nueva marca de productos de ecodiseño: De Origen Diseño Sustentable. Vamos a tener varias líneas de producto y esta semana lanzaremos la primera (somos apenas unos pollitos, ¡con pasos firmes!). En principio, los invito a apoyarme dando like a la página de Facebook que está bien nuevita pero que irá poniéndose muy buena en este link. También les pido por favor que la compartan con sus contactos, ya saben que en esto de las redes sociales todo suma.


Además, a quienes están en Bogotá, les cuento que el lanzamiento será el próximo viernes 13 de marzo desde las 7:00 pm en el Festival Varieté Rosa de los Vientos, organizado por mis amigos de la Fundación Guama Tribu Creativa. El Festival se va a desarrollar el viernes y el sábado (nosotros estaremos sólo el viernes) en el bellísimo Espacio Cultural A Seis Manos –Calle 22 # 8-60- y contará con variedad de muestras artísticas independientes bajo la temática eco y orgánica. Más información en este link

¡Ah! Sí, por cierto, estoy de nuevo en Colombia, no me atrevo a definir con exactitud por cuánto tiempo (por aquello de que sigo con mis proyectos en tierras lejanas) pero lo que sí quiero dejar claro es que De Origen y los demás proyectos en mi país de los que les estaré contando más adelante trascenderán mis idas y venidas, pues tengo la fortuna de contar con un equipo de trabajo valiosísimo que garantizará su permanencia.

Vamos con toda la buena energía y con todo el amor pues ya se viene el nacimiento de De Origen Diseño Sustentable. ¡Alegría total!

lunes, 23 de febrero de 2015

Bon voyage, petite fille!

... febrero de 2015
La tarea de hacer y deshacer el equipaje se ha vuelto para mí casi una costumbre. Sí, empacar maletas, distribuir su contenido y volver a hacerlas durante los últimos años se convirtió en un hábito. Y en el medio, la labor de desprenderme de tanto: cosas, personas y afectos, lugares, costumbres, con el fin de quedarme sólo con lo inmediatamente necesario y de hacer más livianos mis futuros trayectos: toda una especie de apología a las teorías del desapego.

Desde niña siempre me vi como uno de esos nómadas de las fotos de mis libros de historia del colegio. Alguien alguna vez me dijo que es un factor que puede tener que ver con un asunto genético-evolucionista: un porcentaje de la población que viene condicionado por la evolución y un par de sus genes para buscar nuevos horizontes lejanos, con el objeto de brindar nuevos conocimientos y recursos a su comunidad de origen. ¡Vaya uno a saber! La cuestión es que me he asumido como alguien que va de estación en estación sin ataduras y la existencia me ha sorprendido con la realidad de que esas, tal vez, insensatas ideas infantiles se han convertido en mi guía y bitácora de viaje. Lo mejor, es que este estilo de vida no me ha dejado arrepentimiento alguno, todo lo contrario.

Maker de Eugenia Loli
He transitado varios caminos y, sin embargo, mantengo intacta en mi alma la necesidad de continuar. Estas experiencias me han ofrecido la oportunidad de sentirme un ser humano más completo, más sensible, empático y, definitivamente, más feliz.

He tenido la fortuna de encontrar y compartir con bellos corazones a lo largo de mi trayecto. He degustado tantos sabores, diferencias, músicas y vuelos. No faltaron los tropiezos y los muros que querían atarme o frenar mi paso, pero de la mano de mi familia y amigos pude superarlos a tiempo y con firmeza.

En un momento de mi recorrido, logré ver la vida transformarse en un hermoso poema, en una obra de arte sublime y eterna... con todo lo que los instantes eternos pueden llegar a significar e impactar.


Hoy me encuentro empacando de nuevo, dejando un poco de todo siempre aquí y allá, para dar espacio suficiente a lo nuevo que está por venir y conservando conmigo los más bellos y significativos regalos de cada estación en la que he vivido.

Con el paso de los años, cada vez atraje más seres afines a mi naturaleza, sin buscarlos. Y he llegado a sentir que, por lo mismo, cada vez me va costando un poco más alejarme de ellos y decir “adiós” o “hasta pronto”. Cuento en mis recuerdos con tantas despedidas como sillas de avión.

Mi alma salvaje arranca el vuelo cada día más llena y más satisfecha porque sé que por doquier iré encontrando seres preciosos que vale la alegría conocer y conservar a pesar de las distancias geográficas y las bifurcaciones de caminos. Los llevo a todos en la llama más profunda y amorosa de mi corazón mientras continúo mi marcha por este camino interminable del que aún no alcanzo a ver una clara estación de destino.

¡¡¡¡¡¡¡¡Infinitas gracias!!!!!!!!!!!


P.D.: La canción que necesariamente acompaña este texto: Le Long De La Route

viernes, 30 de enero de 2015

El placer de vivir

... enero de 2015

A veces temo haberme acostumbrado a las turbulencias, en especial cuando los tiempos de calma y aparente estabilidad se me tornan aburridos, sin contenido y sin enseñanzas. Por momentos pienso que me busco intencionalmente, de una forma inconsciente, lo que los demás llaman “problemas” o “personas problemáticas”. Pero, ¿qué o quién es “normal” hoy en día? Hay tanta gente tan convencional y tan aburrida caminando por las calles, tanto “más de lo mismo” que la mejor opción que queda para las personas sensibles e inconformistas como yo es buscar ponerle la sal y el azúcar a nuestras propias vidas. Como muy bien lo decía Charly García (en versión femenina), “voy buscando el placer de estar viva” y es algo frente a lo cual no me puedo quedar quieta, ni un poco.

En este mundo de locos conformistas, los revolucionarios y las personas de corazón rebelde han sido calificados por la mayoría como locos o enfermos. ¿Qué criterio tiene una sociedad fundamentalmente enferma para juzgar a quienes deciden salirse de la línea tradicional? De niños nos enseñan a juzgar negativamente las diferencias que hay en los otros, pero de adultos está en nosotros mismos el poder interior de reconocer esas diferencias y de analizar si están tan mal como quizá nuestros padres o abuelos nos enseñaron. Es allí donde radica la verdadera libertad: ¿qué tan capaces y hábiles somos para pensar los viejos patrones y juicios heredados? Pero, mejor aún, ¿qué tan fortalecidos estamos para desprendernos definitivamente de muchos de ellos? 

A propósito del tema, una frase honesta:

Varios de los juicios equivocados han sido construidos y transmitidos por generaciones con el fin de “preservar la especie” (por decirlo de alguna manera). Pero hay juicios que como fuertes piedras dificultan que nuestra mente despierta los talle un poco y los readapte a los nuevos tiempos o a nuestras nuevas mentes que sí, también evolucionan. 

Y ¿qué nos puede liberar de las estructuras tan rígidas que traemos a cuestas? Sonará cliché, lo sé, pero he entendido que lo único que nos puede salvar es el amor. Ja, ja, ja. Lo sé. No es la crítica destructiva y sin sentido que surge del rechazo a las estructuras. No es el hecho de seguir la línea tradicional basada en juicios negativos hacia lo que es diferente, porque eso nos ubicaría en la misma posición habitual de “más de lo mismo”. Es la aceptación de lo que somos y de las herramientas con que hemos contado a lo largo de nuestras vidas y esto sólo se logra con una profunda percepción de amor. La aceptación y reconocimiento nos permite cambiar la óptica de nuestros juicios y así, sólo así, transformarlos y transformar nuestro accionar y nuestro entorno, realmente. Otro tipo de “revoluciones” o transformaciones basadas en emociones de rechazo y no de legítimo amor sólo nos llevarán a cubrir la situación, son disfraces de lo que no seremos capaces de modificar verdaderamente. Y sólo a través del amor la vida se disfruta infinitamente y es posible hallar el placer de vivir, no sólo instantes de placer sino permanentes visiones de felicidad. Y parecerá aún más loco que todo lo que he dicho hasta ahora, pero para lograrlo es necesario pasar por turbulencias, porque así somos los humanos: oximorones que necesitamos la oscuridad para ver la luz, de otro modo no reconocemos lo que tenemos en abundancia dentro nuestro y a nuestro alrededor.