... 2012
Macondo es casi todo este Sur… sin los vicios altamente
contagiosos de la globalización, aunque son precisamente estos mismos
los que me proveen la posibilidad de volver y recorrer su existencia
olvidada.Aureliano, no puedo beber el café como tú, pero con amor puedo prepararlo para ti cada mañana. Tal vez no debimos salir nunca de Macondo, tal vez allí no nos hubiésemos encontrado. Quizá llegue el momento de volver juntos, quizá Macondo acabe con nosotros… porque los caminos de regreso que funcionan para cada uno son diferentes. Lo he visto así, tú y tu café amargo y yo y mi café endulzado con panela. Tú y tu privilegiada vida fácil pero difícil de abandonar… yo y mis decisiones complicadas, mis senderos en espiral y mi eterna necesidad de estar comenzando constantemente.
Este Sur que ahora nos une será el mismo que nos separará y lo haremos a voluntad porque nuestras mentes buscan siempre creerse libres, nos creemos tan racionales y tan capaces del desapego, un reflejo más de ideas provenientes de tierras aún más distantes. Mientras tanto, sigamos juntos tejiendo estos pequeños hilitos de oro, yo seguiré jugando a ponerle vidrios de colores a las figurillas más delicadas; sigamos riendo y cantando, no dejemos que esta embriaguez se evapore antes del límite que optamos por poner a nuestros respectivos relojes mucho antes de conocernos.
No nos queda más que señalar con el dedo esto que nos une, porque no tiene nombre y sólo hemos logrado asociarlo a un color. Aún te quedan pendientes varias guerras, pero no hay cabida allí para mí… para ese entonces seguiré recorriendo Macondo, con más certezas que ahora, llevando el brillo de los cientos de pescaditos de oro que hicieron tus manos hace un par de días en mi cabello.
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